martes, 20 de abril de 2010

LAS COSAS DE MORANTE


Once toros de Jandilla-Vegahermosa (ya saben de lo más domecq de todo lo domecq),  pasaron ayer por los corrales de la plaza de toros de la Maestranza y se quedaron siete después de los reconocimientos. Cuatro fueron rechazados por la autoridad. ¿Cómo serían? Porque los que se encerraron y se lidiaron (ayer salieron al ruedo los dos sobreros) eran toros birriosos. Una corrida muy mal presentada, desigual, blanda, y en general descastada. Uno era cinqueño muy largo y algunos eran muy chicos. Ya digo, un encierro birrioso para lo que han dado en llamar la "corrida del arte": toros "artistas" para tres toreros de arte. Pues el resultado es exactamente lo que se vio en el ruedo. Es lo lógico: cuando se prima la llamada nobleza (ya saben ustedes, la idiotez toruna) por encima de la bravura, para que los supuestos toreros "artistas" puedan hacer posturitas delante de los astados, el resultado es lo que se lidió ayer. Y claro, con eso ni los artistas pueden hacer posturitas, ni los toreros demostrar que lo son. No se puede más que dar carreras detras de los descastados que acaban sus días en la puerta de los chiqueros, levantar mucho los engaños para cuidar a los lisiados lo que convierte a los coletudos en enfermeros, y gritar mucho ¡toro! ¡toro! a ver si el animal se equivoca y embiste alguna vez. Al final los matadores abandonan el ruedo con cara circunstancias y el público torerista deja los tendidos con los consabidos (por reiterados) "no pudo ser..." y "otra vez será...". Los aficionados se van de la plaza bastante indignados porque tienen conciencia de que han sido nuevamente objeto de las (malas) artes de los fígaros de turno, vaya que les han tomado el pelo.
A las seis de la tarde la plaza era un bullir. Venía por primera vez a la Maestranza Cayetano, ya saben, este torero de dinastía (y qué dinastía) y vocación tardía más conocido por sus apariciones en el papel cuché y en la televisión rosa que por sus hazañas en los ruedos, que por fin parece que se ha decidio a mostrar lo que sabe en las plazas de primera. En los tendidos estaba todo el famoseo y en el callejón, para apoyar al debutante en este momento tan importante en la vida de un matador de toros, su hermano Francisco (le brindó su primer toro maestrante) y el maestro Espartaco . Expectación máxima. Algunos por saber cómo iba a venir vestido y otros por comprobar si realmente sus méritos taurinos se compadecen con la fama que le precede. No sé si los primeros vieron cumplidas sus expectativas (vestía de blanco impoluto), pero los aficionados nos fuimos sin enterarnos de si sabe torear o no, porque con el birrioso ganado que le tocó en suerte (un vegahermosa chico y descastado y un jandilla sin clase ninguna) no había manera de saberlo. Cayetano mostró que ha aprendido cosas buenas de su abuelo Ordóñez (recibió de capa a sus dos ejemplares con aires que recordaban al maestro de Ronda) y que ha visto muchos videos de su padre (María José dice que al citar le recuerda al gran Paquirri, aunque otros aficionados piensan que fuerza en exceso al figura). Parece que tiene temple, pero no se pudo comprobar. Parece que tiene sentido del arte, pero tampoco se pudo saber. Sólo hemos podido comprobar que es efectivo con la espada. Mató a sus dos ejemplares de sendos espadazos en lo alto, entrando a ley. Muy bien en este aspecto y también en su atención a la lidia: libró a Morante de un susto cuando el de la Puebla lanceaba a su primero.
Fue Morante de la Puebla quien salvó la corrida de ayer. En primer lugar con una tanda de verónicas marca de la casa a su primero que dice Javier, un buen aficionado que se sienta en el 11, que ya valían el precio de la entrada, y con una faena magistral a su segundo: un manso, blando y peligroso ejemplar de Javier Molina que salió como sobrero en quinto lugar y que llevaba varios días en los chiqueros. Cuando salió y después de su conducta en varas nadie daba un duro por la faena de Morante. Pero el maestro de la Puebla nos sorprendió a todos. Cuando esperábamos una faena de aliño sobre los pies, y un espadazo para pasaportar al manso, Morante dio una lección de torería. Con tesón, mucho valor y conocimiento fue trasteando al de Javier Molina hasta que lo metió en la canasta, y en la puerta de chiqueros (cómo iba a ser en otro sitio) le instrumentó tandas de mucho, pero que de mucho mérito. Antonio, aficionado y amigo con quien comparto cervezas y comentarios después de la corrida y que es poco morantista, tuvo ayer que reconocer que Morante de la Puebla es un maestro. El único problema es que uno nunca sabe lo que va a hacer. A veces con un toro encastado da un petardo. A veces nos lleva al éxtasis con su toreo puro y fundamental. A veces, como ayer, nos sorprende y nos demuestra que tiene mucho valor y que también sabe como se mete en la canasta a un manso. Las cosas de Morante.
Ah! Por delante anduvo por la plaza Julio Aparicio, que se llevó el mejor lote del encierro y que volvió a demostrar que no debe hacer el paseillo en la Maestranza.

2 comentarios:

  1. Llevo algunos días, comentando aspectos más o menos llamativos desde mi punto de vista de las corridas de toros del abono maestrante en este blog, y he de decir que algunos de los comentarios vertido en "las cosas de Morante" son acertados, pero esta vez no haré ningún comentario más.

    "UNA GATADA CON CUERNOS NO PUEDE COMENTARSE"

    Pero sí hay que denunciar al veterinario y al presidente de la Plaza que permitieron que salieran de chiqueros, esos gatos con cuernos, creo que lo que ocuurió ayer en la Maestranza devalúa a la plaza, devalúa al público que lo permite, a los toreros y empresarios los califica, al ganadero lo desprestigia y a los Veterinarios y Presidente de la Plaza hay que denominarlos........

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  2. Estoy bastante de acuerdo. Los toros eran impresentables y la Autoridad no cumplió con su obligación.

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