jueves, 22 de abril de 2010

PÚBLICOS Y AFICIÓN


El de ayer en la Maestranza fue un ejemplo claro de la enorme diferencia que hay entre los públicos que acuden a las plazas de toros y la afición. Fue en la última parte de la corrida, cuando El Cid y Talavante tuvieron que hacer frente a sus descastados ejemplares de la Ventana del Puerto y El Puerto de San Lorenzo respectivamente. En ambos casos los públicos aplaudieron lo que no tenía mérito alguno. En el caso de El Cid los públicos pidieron con fuerza una oreja para el de Salteras que el Sr. Fernández Rey, que presidía el festejo, no concedió con buen criterio. Eso le valió una bochornosa e inmerecida bronca cuando El Cid, aclamado por los públicos, concluyó una vuelta al ruedo que dio por su cuenta (a decir verdad, impulsado por los miembros de su cuadrilla y por algún espectador de las barreras del 1). Mientras tanto los aficionados permanecían en silencio en sus localidades sorprendidos por lo que estaban viendo, aunque no demasiado porque se trata de una situación cada vez más común en la Maestranza, sobre todo en estas corridas que llaman "de farolillos". El Cid llegó a esta última aparición en el ciclo continuado de la feria con más disposición que en sus anteriores comparecencias. Parecía ser consciente de que estaba pasando por un mal momento y de que tenía que solventarlo delante del toro. En mi opinión le tocó lidiar el mejor lote de la tarde (que no es mucho decir porque lo del Puerto de San Lorenzo fue malo, malo), un mansurrón y blando ejemplar de El Puerto y otro de la Ventana que tuvo más acometividad y movilidad que sus primos hermanos. Con el primero no pudo (o no supo) hacer nada, pero el segundo tenía su faena. El Cid salió predispuesto, con ganas de mostrar que lo de las tardes anteriores había sido un mal sueño. Llevó el toro a los medios e inició un porfión toreo en redondo: a veces salía trompicado, a veces completaba un lance largo, pero siempre con series cortas y de regular factura. Los públicos se emocionaron y aplaudieron a rabiar. El Cid se creció y, mirando a las gradas del 11 con el estoque en alto, reclamó la música. Y Tristán le obedeció y atacó el pasodoble (ya saben...). Pero tuvo que dejarlo al poco rato porque con la zurda El Cid no fue capaz de ligar una serie en condiciones. Siempre citando fuera de cacho, casi siempre sin temple, acelerado, nunca mandando. Vuelta a la mano diestra y poco más. Mató como pudo y se fue a la barrera. Los públicos pidieron la oreja que el presidente no dio. Manuel Jesús se metió en el callejón y, desairado, se negó a recibir desde el tercio el cariñoso aplauso que públicos y afición le tributaron para agradecer su disposición y para animarle en el mal momento por el que está pasando. Pero cuando ya en el tercio fue animado por cuadrilla y públicos a dar la vuelta, no se resistió. Creo que no debió hacerlo. No merecía ese premio y El Cid, que es torero cabal, lo sabía.
Es lo que pasa estos días "de farolillos". Que los tendidos se llenan de públicos mientras que algunos aficionados dejan sus localidades. Y se ve lo que se ve: si uno va a la Maestranza y no puede contar que vio cortar una oreja a tal o cual torero de postín, entonces no podrá presumir de sus conocimientos a la hora de elegir el cartel. Y se ve lo que se ve. Porque si alguien pensaba que el cartel de ayer podía ser el cartel de la feria, se equivocó de medio a medio. Ni toros ni toreros. Lo de El Puerto de San Lorenzo (algunos teníamos esperanzas en este hierro salmantino), ya está dicho, manso y blando: dos fueron devueltos por el presidente, pero debieron ser más (el segundo era blando como el dulce de membrillo, además de estar muy perjudicado de los cuartos traseros). Si al no conceder la oreja el presidente estuvo en su lugar, no cumplió con su obligación dejando en el ruedo algunos de los ejemplares que salieron de chiqueros. Y de mansos... cómo serían de mansos que los devueltos se fueron por su cuenta a los chiqueros. El primero sin ayuda ninguna y el segundo se volvió de la puerta de toriles porque en el momento en que entraba salieron los mansos.
Ponce y Talavante no cooperaron. Ponce no estuvo en ningún momento. Abusó del pico de la muleta, citó fuera de cacho y acabó como pudo con su única comparecencia en la Maestranza. En su segundo, un toro feo y grandón, mansote, de Toros de la Plata, dio un petardo con la espada. Inapropiado para un torero con la veteranía y la calidad de Ponce. Alejando Talavante no acaba de cuajar. Al menos a mi me aburrió sobremanera, pero los públicos le aplaudieron algunas fases de sus faenas. No lo entiendo (o sí).
La suerte de varas ha vuelto a desaparecer de la Maestranza. Ni los toreros ponen a los toros en suerte ni la autoridad les obliga a situarlos detrás de la segunda raya (como no la pintan a mitad de corrida, en los últimos toros ni siquiera se sabe dónde está). Y los picadores... qué pena de picadores.

5 comentarios:

  1. Hasta ahora estaba bastante de acuerdo con lo que publicabas, pero hoy voy a discrepar un poco. Lo que es bueno: sin división de opiniones, esto es aburrido.

    Es verdad que a El Cid le tocó el mejor lote. Es verdad que podía haber estado mejor. Pero también creo que muchos toreros se hubieran visto ahogados por esas embestidas y él dió la cara.

    Sigue estando lejos de su mejor momento, pero ayer le ví digno, con sitio, y dando señales de recuperación.

    Sobre la vuelta, no entiendo tu criterio. Dices a la vez que hubo fuerte petición y que la dió por su cuenta. Para mí, una cosa excluye la otra.

    Bien al presidente por no dar la oreja. Y bien a los que empujaron para que diera la vuelta. No es que se la mereciera él, o se le dajara de merecer: es que se la merecían los que le aplaudieron y le pidieron la oreja.

    Soy partidario de recuperar la vuelta como premio y no me gusta la tendencia creciente a renunciar a ellas si no es con la oreja en la mano.

    Talavante estuvo bien con su primero hasta que se le rajó, y luego estuvo digno. Me pareció que, viendo lo que tenía delante, su labor tuvo mérito. Me había cansado de esperar a este torero, pero ayer se ganó un pequeño voto de confianza.

    De Ponce luego copio lo que he dicho en otro blog. Solo diré que al 4º no hay hijo de madre capaz de matarle dignamente. Y algo que no he dicho: si le tocan los dos de El Cid ... igual estamos hablando de otra cosa.

    ResponderEliminar
  2. Esto es lo que he dicho sobre Ponce en el blog "El Toro de la Jota":

    ResponderEliminar
  3. Sobre la corrida de ayer, os recomiendo encarecidamente la crónica de hoy de Zabala de la Serna en El Mundo.

    Explica perfectamente lo grande que ha sido Ponce. Y precisamente por eso, que no tiene sentido seguir como está.

    Enrique: o estás o no. Llevas varios años jugando a estar a medias, y te servía porque el escalafón estaba dormido. Pero te has acomodado demasiado a ese medio gas y otros se han puesto a arrear.

    Hazle caso a Zabala y vete.

    Te echaremos de menos. Yo sobre todo, que soy poncista acérrimo. Pero prefiero echarte de menos sabiendo que estás retirado que viéndote en la plaza.

    Y eso que no descarto que des un bombazo en cualquier momento -ya lo diste en Olivenza- pero así no debes seguir.

    ResponderEliminar
  4. Por seguir enredando, y sin acritud, al hilo del título de esta entrada voy a dar una opinión que creo puede ser polémica y que me viene rondando la cabeza hace tiempo.

    Llevo 30 años viendo el 99% de los festejos que se dan en mi plaza -Bilbao; y no digo el 100% porque un año me perdí media Semana Grande-, viajo para ver corridas siempre que puedo -poco-, veo muchos toros por TV, leo libros sobre toros, asisto a coloquios en invierno ...

    ¿Soy aficionado o público?

    El título de "público" sé donde lo expiden: en las taquillas; se llama "entrada" y suele tener impreso el precio.

    El título de "aficionado" no sé dónde lo dan, con qué requisitos, si es un estudio superior o de grado medio, si hay que pasar o no un examen y ante qué tribunal ...

    He llegado a la conclusión que el único fundamento para considerarse "aficionado" es la opinión que uno mismo tenga de sus "méritos". Porque no quiero ni pensar que otra persona que se siente conmigo en los tendidos se considere, no ya "aficionado" -que puedo aceptarlo- sino capacitado para otorgarme o denegarme el título a mí.

    Y como cada uno es mal juez de si mismo ... como que me da igual ser "aficionado" o "público". Lo último lo soy seguro -tengo la entrada que lo atestigua- pero de lo primero, solo sé que no sé nada.

    Eso sí: si no fuera por el "público" no habría corridas de toros. Y los "aficionados" vivirían de ver los videos de Pepe Gan.

    Así que aunque a veces yo también me cabreo con las decisiones de mis compañeros de tendido, paso de distinciones: público somos todos.

    Dicho con todo respeto al autor de la entrada, al que felicito por su blog.

    ResponderEliminar
  5. Cincinato, está bien la discrepancia. Lo que pasa es que creo que el público pidió inmerecidamente la oreja y la vuelta a El Cid. Por eso él no debió darla. Y conste que reconozco que estuvo mejor que los dias anteriores.
    Respecto a Ponce, pues sí: para esto que se retire muy dignamente. Ya ha hecho mucho en el toreo. Sólo le falta la Puerta del Príncipe, que nunca ha conseguido.

    ResponderEliminar