viernes, 23 de abril de 2010

TOROS MANDONES, TOREROS DESCONCERTADOS


Los núñez de Alcurrucén fueron en general descastados, mansos diría yo, chicos, con genio y algunos con peligro. El tercero era un novillete de menos de 500 Kg con cara de adolescente, y sólo el quinto y el sexto tenían algo parecido al trapío que se precisa en una plaza como la de la Maestranza (mal de nuevo la Autoridad en el reconocimiento, pero es que hubo ayer muchas cosas que anduvieron mal, no sólo la Autoridad). Ninguno remató de salida en los burladeros. Será por lo de las famosas fundas, que al quitarlas hacen que el animal pierda el sentido de la distancia y cornee al aire. Lo que sí fueron todos fue mandones, muy mandones, con picante y con peligro, y eso trajo por la calle de la amargura a todos los coleteros que anduvieron por el ruedo. Será que están acostumbrados a toros obedientes y un poco idiotas, esos a los que llaman nobles.
Como suele suceder con los núñez, los toros salieron algo abantos y, como eran bastante descastaditos, tenían tendencia a salir corriendo de los capotes y a buscar la puerta por la que habían entrado a ese para ellos desagradable lugar. Como no la encontraban pues anduvieron por el ruedo huyendo y haciendo lo que les venía en gana, obligando a los toreros de a pie y de a caballo a corretear de aquí para allá y de allá para aquí, sin saber qué hacer. Vaya, lo que se dice mandando frente a una troupe de hombres tan obedientes como desconcertados. ¡Qué desastre de lidia! Ni los matadores ni sus subalternos fueron capaces de sujetar a los toros durante el primer tercio, lo que impedía que los piqueros se colocaran adecuadamente en su sitio para realizar la suerte. Los toros arremetían contra las monturas y las varas se pusieron donde los toros quisieron. Cuando los piqueros llegaban por fin a terrenos del 3, entonces no se ponía al toro en suerte como manda el reglamento.
A ver Señores Presidentes y Señora Presidenta, el artículo 54.3 del Reglamento Taurino de Andalucía reza así: "La res deberá ser puesta en suerte por el espada de turno sin rebasar el círculo más alejado de la barrera". Y el 54.8 dice: "Los lidiadores de a pie y los picadores que contravengan las normas relativas a la ejecución de la suerte de varas contenidas en este artículo podrán ser sancionados conforme a la Ley, sin necesidad de advertencia alguna". Pues ayer se incumplió reiteradamente el 54.3 tanto en lo que respecta a que sea el espada el que ponga al toro en suerte (Tejela se desentendió descaradamente en su primero) como en lo de poner al toro detrás de la segunda raya. Y los emplumados en Babia. Sólo pendientes de cuándo el matador pedía el cambio de tercio, pero sin llamar la atención cuando se incumplía reiteradamente el Reglamento. Supongo que la Sra. Anabel Moreno que presidía el festejo, habrá impuesto a los toreros las correspondientes sanciones. ¿O es mucho suponer? Si la Autoridad ha cumplido con su obligación ayer se hizo una buena caja, porque sólo al sexto se puso en suerte como es debido. También porque éste fue el único toro obediente de todo el encierro y los toreros no tuvieron más dificultad. "Pianista", que así se llamaba el colorao sexto, recibió tres varas a ley, alguna de ellas buena, y como le cerraron la salida (también está prohibido) se llevó a cabalgadura y piquero casi al centro del ruedo. Le dieron de lo lindo. Los demás, como tenían genio, arremetieron con violencia contra los petos y, como eran mansos, salían despavoridos en cuanto sentían el picotazo.
Ya digo, un desastre de lidia en la que mandaba el cornúpeta y a la que asistían impotentes todos los hombres vestidos de torero que andaban por allí. El segundo tercio corrió por los mismos derroteros. En un par el toro se ponía (él solito, no lo ponía nadie) en terrenos del 8 y al siguiente en el 11 y al siguiente en el 7. Donde quería. Desconcierto en el ruedo que dio algún que otro susto a los banderilleros porque, claro, si se le da la salida hacia la querencia, el manso aprieta y el baderillero tiene que correr despavorido a tomar el olivo. Como tampoco los demás lidiadores estaban en su sitio, pues en más de una ocasión el Dr. Vila estuvo a punto de perderse la corrida. Sólo Montoliú puso un par entrando con garbo y saliendo como mandan los cánones, jugándose el tipo porque el toro estaba muy mal colocado.
En general el último tercio se desarrolló del mismo modo, para no desentonar, claro. Los mansos tenían genio y peligro y se vinieron arriba delante de las muletas. Atacaban los engaños y repetían en cuanto el matador ponía el trapo en su lugar. Pero los matadores no supieron qué hacer con ellos. Aunque era un cartel de segunda fila, es decir formado por toreros que tienen que hacerse la temporada corrida a corrida, Curro Díaz y Tejela parecía que tenían firmados cincuenta contratos.
Sólo Rubén Pinar se fajó con su lote y mostró ganas. A su primero, el chiquito colorao que se llamaba "Tamborilero", el manchego le cogió la distancia y lo metió en la canasta. Con valor, tesón y técnica le instrumentó algunas tandas ligadas y de mérito que el público agradeció. El manso se sometió a su matador y se tragó todo lo que le recetó hasta que se le acabaron las fuerzas. Pinar tenía ganada una orejita, pero una estocada no muy bien colocada y siete descabellos (fruto de la precipitación) le hicieron perder el premio. Después se dio una vuelta al ruedo por su cuenta y riesgo ante un público que le aplaudía a su paso por los tendidos, como si propinar siete descabellos a un toro fuera tarjeta de presentación para pasear en triunfo el ruedo maestrante. El jueves es ya también un día de públicos y de poca afición. Al sexto Pinar no lo entendió. Era el más grande del encierro y el más encastado. Estaba bien armado, tenía peligro y salía de los engaños siempre con la cabeza arriba y tirando gañafones por todos lados. Precisaba entonces una lidia poderosa y firme, por abajo. Pero Pinar no lo entendió, o no pudo o no quiso. Y la faena quedó en nada. Una pena, porque con el mejor lote de la tarde el joven albaceteño podía haber encarrilado una buena temporada. No se pueden desperdiciar estas oportunidades. Que le pregunten a Oliva Soto.
Curro Díaz no fue capaz de acoplarse con sus dos ejemplares. Claro que tampoco se colocaba en suerte como era preciso para dominar las embestidas y para enjaretar un pase tras otro. Y mira que se encelaban con el trapo. Pues nada. Sólo algún detalle aislado fruto de la torería que encierra. Pero nada más. Mató muy bien a sus dos ejemplares, haciendo la suerte como se debe. Dos de las buenas estocadas de la feria.
Matías Tejela dejó pasar su oportunidad y estuvo desganado y ausente. Supongo que la Autoridad le habrá al menos reprendido por desentenderse de poner en el caballo a su primer toro. Si sigue con esta disposición supongo que acabará toreando alimañas en el circuito "torista" que conforman algunos pueblos de los alrededores de Madrid.

1 comentario:

  1. La de ayer podía decirse que es otra más, donde la bravura de los toros brilla por su ausencia, los matadores también brillan por su ausencia, por supuesto "la autoridad", en minúscula, también está ausente y quizás el empresario es el que lo tiene claro, siempre gana - por ahora -.
    La repetición continuada de este tipo de espectáculo donde los protagonistas no interpretan el papel que tienen encomendado, nos llevara irremediablemente a la desaparición del espectáculo, y esto como mejor se hace es desde dentro de la organización, no hacen falta antitaurinos.
    Hoy volveremos a la plaza, otra vez con esperanza(ésta va disminuyendo día a día), espero y deseo que ésta no se agote para que sigan existiendo Blogs como este, señal de que por ahora hay cierto interés en lo que ocurre en las plazas de toros.
    Salud


    Pienso que los más "antitaurinos"

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