lunes, 19 de abril de 2010

UN GPS PARA EL CID


Hoy hemos asistido en la Maestranza a la decadencia de un torero. Es una frase que escribo con profunda tristeza, porque he sido gran admirador de Manuel Jesús "El Cid", pero creo que refleja la cruda realidad de lo que hoy hemos visto en la plaza de toros de Sevilla. El otrora extraordinario torero de Salteras, con la mejor mano izquierda que se ha visto en los ruedos desde hace muchos años, estuvo la temporada pasada bastante desorientado, pero en ésta (por lo visto hoy y el pasado jueves) está perdido. Absolutamente perdido. Ya le vimos mal en la corrida de los victorinos, pero se podía culpar a la infima calidad del ganado que el de Galapagar había traido a Sevilla. Hoy, con el ganado salmantino de Moisés Fraile (una ganadería para las figuras) se ha mostrado absolutamente perdido, sin sitio ni cabeza, dubitativo. Su primero fue un manso con genio y dificultades del hierro de Moisés Fraile, de procedencia Parladé a través de Lisardo Sánchez y Puerto de San Lorenzo, que El Cid no entendió y con el que anduvo descentrado y sin firmeza. Un ganado más basto y bronco que lo de El Pilar que formaba la mayoría del cartel de hoy. Pero su segundo fue un toro manejable, con alguna dificultad (se trata de un toro, oiga) pero también con muchas posibilidades. Un ejemplar de El Pilar, del mismo ganadero, pero de encaste Domecq a través de Aldeanueva. Un toro enrazado al que podía haber cortado las orejas si hubiera sido el torero de hace dos o tres temporadas. Pero El Cid no supo qué hacer con él, ni con la capa ni con la mano derecha ni con la mano izquierda. Ya digo, con el sitio perdido y la mente nublada, sin estarse quieto, sin saber cómo desarrollar la faena... Y para colmo de males, al entrar a matar por primera vez recetó al burel una puñalada de metisaca en el costillar derecho que le abrió una herida que daba miedo mirarla. Mató malamente a la segunda y se fue a su sitio con el gesto descompuesto y así permaneció, con la mirada perdida y apoyado en las tablas, hasta que tuvo que disponerse para la lidia del quinto. Un torero que había subido a la cumbre como consecuencia del poderío demostrado con los victorinos y mantenido después con ganaderías más dulces. Mi opinión, después de verlo esta temporada y la anterior, es que El Cid debe apartarse un tiempo de los ruedos, descansar y hacerse con un GPS. Para ver si encuentra de nuevo su sitio, digo.
El encierro que ha traido Moisés Fraile ha estado, en general, bien presentado y ha dado juego diverso. El primero y el tercero, ambos del hierro de Moisés Fraile, tuvieron dificultades. Como se ha dicho, el primero fue blando y manso de libro, y el tercero (también blandito) tuvo dificultades y estuvo muy parado, lo que impidió que Manzanares (que tuvo que cuidar al astado durante todas las fases de la lidia) hiciera el toreo que pretendía. Un comportamiento propio de este hierro nada fácil y menos homogéneo en tipo y conducta que lo de El Pilar. A este último hierro pertenecían los otros cuatro corridos esta tarde. Bien presentados, los tres últimos encastados y el segundo con menos raza y fuerza que sus hermanos. Los corridos en quinto y sexto lugar eran cinqueños muy encastados y permitieron el triunfo de Castella y Manzanares, que los entendieron a la perfección.
El franco-gerenero Castella estuvo porfión en el descastado segundo, pero fue en el quinto cuando mostró sus virtudes toreras. Este era un ejemplar bastote, grande y carifosco que todavía tenía el pelo del invierno, pero encastado y repetidor. Fue bien al caballo (derribó) y fue bien lidiado. En mi opinión, el gran mérito de Castella fue descubrir la distancia y el ritmo de la embestida de "Guajiro", que así se llamaba el grandón ejemplar de El Pilar. Comenzó la faena como suele, en la boca de riego desde donde tuvo que porfiar para conseguir la embestida. Pero una vez que llegó a sus dominios, ya no lo dejó. Inopinadamente la música arrancó a tocar al rematar Castella toreramente la serie de bienvenida. Después comenzó una tanda con la derecha excesivamente rápida y con algunos enganchones. Pero ahí descubrió cuáles eran la distancia y el ritmo al que había que torear. Las series que siguieron fueron lentas y ligadas, y Castella mostró que, además de valor, tiene un temple admirable. Mató bien y se llevó en el esportón una oreja bien merecida.
Manzanares volvió a demostrar que es un torero poderoso, elegante y que está en camino de convertirse en un maestro. Al tercer toro, un difícil ejemplar de Fraile, lo fué trasteando hasta que lo metió en el canasto y le arrancó dos series admirables. El último de la tarde era un cinqueño encastado al que Manzanares entendió a la perfección y recetó varias tandas de redondos magistrales, rematadas con pases de pecho de cartel. Una gran faena a la que sólo faltó el remate con la izquerda, pitón por el que el toro de El Pilar embestía con menos franqueza, pero por el que quizás con un poco de tesón habría conseguido mejor resultado. Decidió apostar por lo seguro y eso, unido a un pinchazo previo a una gran estocada, le privó de cortar la segunda oreja que una parte del público pidió.
Una corrida interesante y variada en la que además vimos la buena labor de algunos toreros de plata en la lidia y en banderillas (volvió a sonar la música), y algunas buenas varas, sobre todo las que Barroso recetó al quinto a pesar de estar mal colocado en suerte (ya era hora).
Pablo Degado hizo un quite providencial a "Alcalareño" que había caido en la misma cara del toro al intentar tomar el olivo después de su primer par de banderillas.

1 comentario:

  1. Dado que en esta plaza lo positivo o bien hecho se llega a hacer superlativo me voy a parar en cuestiones que he observado y que pueden considerarse no muy positivas desde mi punto de vista.
    En el análisis del Cid absolutamente de acuerdo, pero creo que Castella tampoco ha crecido como torero desde que dejó a Campuzano, porque ayer más que conseguir una oreja lo que ocurrió es que perdió una oreja, el toro quinto, quizás el mejor de o uno de los mejores de la feria, que le correspondió en suerte habría entrado en la carnicería sin orejas si hubiese tenido delante otro torero.
    Respecto a Manzanares, hizo igual que el año que fue premiado como mejor faena de la feria, el toro sexto merecía que la faena hubiése comenzado citándolo desde la distancia, porque creo que el toro tenía el tranco adecuado para citarlo de lejos, y tanto aquel año como éste se va al tercio a comenzar la faena y no permite que veamos esa estampa del galope de un toro hacia la muleta. Respecto a la mano izquierda creo también, que hizo menos de lo que permitía el toro.
    Y debemos observar en los toreros actuales, qué interpretan o cómo ejecutan eso que denominamos, "cargar la suerte".
    Sigamos con la esperanza.
    Salud

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