sábado, 22 de septiembre de 2012

¡¡¡EUREKA!!!


Eso es lo que dicen que gritó el sabio cuando descubrió por qué algunos cuerpos flotan en el agua y otros se hunden. ¡Eureka! Es como un grito de triunfo: lo he descubierto, por fin sé lo que pasa y ya puedo quedar tranquilo. Pues ayer, cuando salía de la Maestranza yo también pude gritar ¡Eureka! Me explicaré.

Ayer comenzaba el ciclo final de la temporada en Sevilla. Cuando compramos los abonos se anunciaba para este día un encierro de Juan Pedro Domecq que lidiarían los novilleros triunfadores de la temporada. Cuando se formalizó el cartel se anunció a Rafael Cerro, Tomás Angulo y Gonzalo Caballero. Se supone que novillos y espadas que compondrían un cartel de lujo para inaugurar el ciclo otoñal. Ya saben, novilleros codiciosos y pujantes, quizás a punto de convertirse en matadores de toros, con novillos de esos que han sido calificados de patanegra, la flor y nata del campo bravo, lo mejor de lo mejor, la estirpe que garantiza el éxito de las figuras por su bravura y su nobleza. La sangre que ha colonizado casi todas las ganaderías que se anuncian por los ruedos españoles y franceses. ¡¡Casi nada!!

Bueno, pues nada de lo que pasó en el ruedo tuvo que ver con eso. Según la base datos de Portal Taurino entre los tres espadas no sumaban en la temporada ni 25 festejos: Rafael Cerro, que abría el cartel, había toreado hasta ayer 9 novilladas , Tomás Angulo 4 y Gonzalo Caballero 8. ¿Esos son los novilleros triunfadores de la temporada? Ah! Perdón, será de la temporada sevillana. No estoy desmereciendo a los jóvenes espadas, que mostraron ganas y más o menos conocimientos en ésta su última aparición en Sevilla. Pero ¿no hubiera sido mejor anunciar a los novilleros que lideran el escalafón en estos momentos? Torear juanpedros en la Maestranza sería un buen premio para los más esforzados y una demostración de que los carteles se ganan día a día, en el ruedo y no en los despachos.

Y ahora los novillos. ¡Qué desastre! los patasnegras, desigualmente presentados, fueron blandos y descastados hasta la desesperación. Eso sí, nobles en grado sumo como se espera del encaste: ya saben, bobalicones de esos de pasapacá y pasapallá. Yo creo que Varapalo (nº 75) le pidió perdón a Caballero por el revolcón que le propinó por estar donde no debía estar. Toros tontorrones que embestían con los hocicos y no podían con su alma.

De modo que como la tarde, además de calurosa, fue de un aburrimiento soberano, me puse a cavilar sobre lo que estaba sucediendo en el ruedo. A ver... Si la empresa dice que sus veedores traen lo mejor que hay en el campo bravo y si los juanpedros son el resultado de la muy cuidadosa selección llevada a cabo por el malogrado sabio de la ganadería brava que fue Juan Pedro Domecq Solís, ¿Por qué los toros de este encaste que salen al ruedo maestrante son tan malos? ¿Por qué se caen nada más pisar el albero? ¿Por qué su comportamiento es tan descastado? ¿Por qué son tan tontorrones? ¿Por qué aburren hasta a las moscas?

En eso estaba cuando se lidiaba al citado Varapalo que cerraba el festejo y que fue el único que medio se movió, no se rajó escandalosamente ni masticó el albero. Claro que tampoco se picó, ni se le hicieron quites ni nada de nada, y Gonzalo Caballero lo cuidó como si en vez de en una plaza de toros hubiera estado en un hospital veterinario. Nada hizo que justificara el aplauso con el que fue despedido (ni la faena del novillero justificó la oreja que le regaló el presidente). A lo largo del festejo habían pasado otras cosas. El presidente no devolvió por lo menos tres de los juanpedros que eran inválidos absolutos. La banda de Tejera atacó el pasodoble en el quinto de la tarde justo después de que Tomás Angulo terminara una serie con la derecha en la que hizo que el novillete pasara pacá y pallá incitándolo literalmente con el pico de la muleta: con el pico que forma en la muleta la punta de la ayuda. El público pidió las oreja del quinto de la tarde, después de una faena vulgar y sin mérito alguno, y del sexto (ésta la concedió el presidente sin criterio alguno). En fin, un desaguisado detrás de otro.

.Pues en esto estaba, cuando de pronto se encendió la luz: ¡¡Eureka!! Había descubierto la causa del desastre. No sólo de la novillada de ayer, sino de todo lo que ha ocurrido durante la temporada (y en la anterior, y en la anterior...). La causa de todo está en el albero maestrante. Sí señores, si ni la empresa tiene la culpa denada y trata de ofrecer lo mejor de lo mejor en ganado y lidiadores, si las ganaderías traen lo mejor que tienen en el campo, si la autoridad competente cumple con su obligación y piensa que defiende los intereses de los aficionados y hace respetar el reglamento, entonces la culpa de todo la tiene el albero. Mejor dicho, los efluvios que, con el calor, desprende el albero después de ser convenientemente regado por los areneros antes de comenzar el espectáculo. Los efluvios del albero hacen que los toros se caigan y se vuelvan tontorrones; que los matadores muestren todas las malas artes ventajistas de que son capaces... Que el presidente no vea que lo que está pasando en el ruedo es una estafa en toda regla. Que la música toque cuando no tiene que hacerlo y que los públicos pidan orejas por faenas vulgares o que aplaudan toros que han tenido comportamientos indignos del ganado bravo.

Es evidente. Por eso ayer fue el último novillo el que medio se comportó, porque el albero ya estaba seco después de la tarde de calor insoportable. Claro que a esa hora todavía llegaban los últimos efluvios al palquillo presidencial, a la grada de la música y a los tendidos. Si no, no se explica.

De modo que, descubierta la causa de lo que está pasando en la plaza de toros de Sevilla, hay que poner remedio. Al menos yo no renuevo mi abono hasta que los maestrantes no saquen todo el albero de la plaza y lo sustituyan con arena de cualquier otro sitio. Quizás la Empresa Pagés debería preguntar de dónde procede el que forma el piso del anfiteatro de Nimes, en donde dicen que suceden cosas que cambian la historia de la tauromaquia.

2 comentarios:

  1. Querido amigo lo de Nimes es como lo de aquí, pero donde el público es de los que desean los empresarios, los toreros, los apoderados, los ganaderos y todos los que ganan dinero con esto, un público festivo sin criterio de lo que es el toreo y demás condimentos.
    Tú crees que una plaza de toro en la que se precie, este haga la ola, como se vió en las imágenes de Nimes, ayer se comenzó en esta Plaza de la Maestranza a aproximarnos a ese modelo y deseo de los que se forran con esto del toreo, cuando parte del públcio comenzó a acompañar con palmas a esa música dirigida por un desconocedor de lo que es la plaza de toros de Sevilla.
    Dices que no renovará el abono hasta que no cambie el albero, eso quizás sea antes que yo lo vuelva a renovar, porque yo lo haré cuando me entere que vuelven a existir toros, estoy cansado de jamón de pata negra y de paletillas como la de ayer, y de todo lo que rodea a este espectáculo incluidos presidentes y veterinarios que son incapaces de saber cuando hay que devolver a animales inútiles (no los llamo novillos ni toros), para lo que allí se estaba perpetrando, a los corrales, quizás no sea presidente y veterinario y acordemos llamarles asalariados del empresario, ganadero.......
    En definitiva querido amigo, para borrarse.
    Salud, esperanza y fraternidad.
    De uno que se borra.

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  2. Ajajá!!! Con que lo de Nimes fue como lo de aquí. Ya decía yo que once orejas son muchas orejas. Hasta para José Tomás

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