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domingo, 30 de abril de 2023

GINÉS MARÍN O LA AMBICIÓN TORERA

La tarde de ayer fue de altos y bajos, pero como la mayoría de los días de esta feria, fue una buena tarde de toros. Los toros de El Torero, el reservorio de la casta para los que proceden del primer juanpedro, estaban bien presentados; bonitas caras, pesos justos, y casta y bravura variable. Unos bravos, el segundo y el tercero; otros mansurrones, y en general nobles: no se comían a nadie. 

Uno de los bravos le correspondió al joven y ya experimentado torero Ginés Marín. Enjaretó unos magníficos lances a la verónica cuando recogió el toro, hizo un buen quite y realizó una brillante faena tanto con la mano derecha como por naturales. Siempre mandando, siempre templado. Los últimos, arrebatado y dominando absolutamente al astado. Mató muy bien y fue merecedor de las dos orejas que José Luque Teruel le concedió sin dudarlo demasiado. Me gusta mucho este torero.Tiene una de las mejores manos izquierda de las que hoy existen en el escalafón de matadores. Y sentido del temple. Su segundo fue uno de los mansotes y no dejó al joven matador hacer la faena que le hubiera hecho merecedor de la Puerta del Príncipe.

El otro de los bravos le cayó en suerte a Cayetano que no supo o no pudo hacerse con el toro y realizar la faena de triunfo que el juanpedro merecía. Una pena, pero Cayetano no acaba de cuajar en figura del toreo. El quinto de la tarde no fue del gusto del torero que además protestó a la presidencia por dejarlo en el ruedo: le parecía que estaba reparado de la vista y por eso no embestía bien. Además era un mansurrón descastado.

Morante de la Puebla corrió con el peor lote (en compensación por el magnífico que toreó en cuarto lugar el pasado miércoles). Venía Morante con ganas de mostrar que, no por haber hecho la gesta heroica de la anterior comparecencia, iba a relajarse. Salió a darlo todo con dos mansotes que no tenían un pase. En otros tiempo los habría pasaportado después de sendas faenas de aliño. Pero ahora lo intenta con todos y casi todos los toros le sirven para algo. Al primero le dio lances de mucha enjundia en el quite. Y en el tercer tercio lo muleteó con parsimonia y arte: pases con aromas antiguos. Naturales de frente a pies juntos que rememoraban a Chicuelo. Redondos templados y pases de pecho de cabo a rabo. Además de los remates marca de la casa. Un molinete para el recuerdo y una trincherilla de cartel de toros. En fin, el Morante que estamos disfrutando desde la pandemia para acá y que en nada recuerda al que tuvimos que sufrir tantas tardes hace años, cuando los morantistas éramos cuatro gatos. Ahora le sirve todo y lo intenta con todo.

Además iba muy bien vestido con un vestido de corte antiguo caña o canela y oro con remates negros. Bonito bordado y muy recargado de oro.

Una interesante tarde de toros.

 

martes, 24 de abril de 2012

TEDIOSO



El aficionado que acude cada día a la plaza de toros está cayendo en el tedio y la desesperación. Ya no venimos a la plaza con la ilusión y la esperanza que se debería cuando se va a ver una corrida de toros. Ya no esperamos nada. Decían los responsables de la Empresa Pagés en la entrevista que publicó el diario ABC el pasado domingo de Resurrección que iba a haber sorpresas en una feria a la que venían las para ellos mejores ganaderías del país. Pues ya lo estamos viendo. Día a día nos acercamos a ver el acta del reconocimiento de los toros para comprobar cuál ha sido el desaguisado y ya en las localidades no esperamos nada. El tedio se ha apoderado de la afición después de una docena de festejos en los que sólo la cuadrilla y el temple de Manzanares lograron sacarnos del sopor y la abulia que nos invade.
Ayer se devolvieron tres. Y, de nuevo, cómo serían si lo que salió por la puerta de los chiqueros eran novillos viejos, sin presentación ni casta, y completamente inválidos. Sólo dos fueron devueltos a los corrales, pero el presidente debería haber echado para detrás a los ocho. Porque ninguno se mantenía en pie ni tenían condiciones para ser lidiados en una plaza de primera categoría.  Los toreros más que intentar dominar a semejante desecho de ganadería, tenían que hacer labores de enfermería. A nada que el ejemplar de turno se daba una vuelta por el ruedo, casi siempre buscando desesperadamente la puerta por la que había entrado allí, y acudía a los capotes, doblaba las manitas y los coleteros se convertían en enfermeros: capotes arriba. Por no hablar de la suerte de varas que ya no es ni un simulacro. Ni se coloca a los toros, ni se les pica, ni nada de nada.
Con eso por delante ningún torero puede hacer nada. Por muchas ganas que tenga, lo que ocurre en el ruedo no es un enfrentamiento entre el hombre y el animal sino otro simulacro aburrido y tedioso. Nada de la emoción que se supone a un espectáculo como éste. En vez de estar en vilo por la suerte del matador estamos pendientes de si va a ser capaz de mantener al toro en pie. A veces los matadores muestran ganas de participar en el simulacro de la mejor manera posible pero todo acaba en nada. Ayer mostró ganas Cayetano, y también que ha mejorado su colocación y su técnica, pero nada de nada. Castella intentó torear a su manera los dos que le tocaron en suerte, pero ha perdido bastante el sitio. Y Luque lo intentó en el que cerraba plaza, pero no puedo enjaretar más que un par de series. Lo demás, labores de enfermería. Tampoco se les puede pedir más: el toreo es lucha y no una sesión de cuidados paliativos que es lo que pedían a voces los toros.
Claro que parece que no todo el mundo está viendo la misma corrida. Una parte del público llegó a aplaudir en el arrastre a uno de esos tullidos, feos y descastados animalejos que anduvieron por el albero.
Ya digo, un tedio.

viernes, 6 de mayo de 2011

TRES EN UNA



Tres festejos y muy poquito que decir. Muy poquito. Todo se podría resumir en algo así como "más de lo mismo". Tres festejos con toros que parecen fotocopiados: es lo que tiene el monoencaste. Sólo el quinto del encierro del martes se salió un poco de la tónica general. Un toro con caja y con sus kilos pero no gordo, con trapío y con casta que El Cid se dejó crudo. El toro era de triunfo, pero El Cid ya no parece tener condiciones morales para tratar con algo así. Le faltó reposo y seguridad, no lo vio en ningún momento. O no quiso verlo. El Cid sólo asentó las zapatillas en su primer toro del viernes: consiguió una oreja que supo a poco dado lo que se espera de él en esta plaza, porque en el cuarto volvió a dar el petardo. Y eso que de los cuatro toros con los que se las vio el único que tenía algo de mordiente fue aquel burraco de El Pilar. Un fiasco y una desilusión.
En esa mala corrida de El Pilar sólo vimos las ganas y las buenas maneras de Esaú Fernández, un joven torero de Camas que me ha sorprendido. La verdad es que después de verlo en las novilladas del verano pasado tuve la impresión de que estaba demasiado verde para tomar la alternativa. Pero mostró serenidad, técnica y valor. Y mucho gusto manejando los trastos. También mató con soltura. Si lo llevan bien creo que puede convertirse en un buen torero. Esperemos que no se atore en su primer año y retroceda todo lo que ha avanzado, porque es muy joven y tiene muchas ganas. Dos orejas al esportón que no son mal comienzo para una carrera y que nos quitó el mal sabor de boca que en aquella corrida nos dejaron Morante, El Cid y los toros.
Lo de Fuente Ymbro que se toreó el miércoles fue para olvidar. Una muy mala corrida: mansa, descastada, floja hasta la desesperación. Parte del público pidió (también) la devolución del último toro, pero en el 11 se suplicaba por primera vez que el presidente no hiciera caso: estábamos tan aburridos que lo que queríamos era salir cuanto antes de la plaza. El ganadero ha llegado a la cima: ha logrado toros absolutamente bobalicones y descastados. Ya tiene lo que quería. Ahora, a matarlo todo y a dedicarse a la cría de retinto que tiene mejor precio en las plazas de abasto. Los matadores también tienen lo que querían y por eso pasaron sin pena ni gloria. Sólo Tejela intentó hacer algo con sus enemigos, pero fue un esfuerzo inútil. Perera sigue en sus trece. No acaba de salir del hoyo en el que cayó el año pasado. Y Talavante aburre a las moscas.
La corrida de ayer pareció comenzar con otro son, pero acabó en lo mismo. Las ganas de El Cid en el primero dejaron algunas buenas series con la derecha, pero con la izquierda siguió mal colocado y así no se puede. Los tres matadores dieron una lección de cómo se dobla la cintura para citar por naturales: hay que doblarla mucho para colocar la muleta en el pitón contrario pero poner los pies absolutamente fuera de cacho. En eso Cayetano se mostró como un maestro. Este joven debería dejarlo y dedicarse al modelaje: seguro que ahí tiene más futuro. Se le nota que ha trabajado mucho delante del espejo, porque posturas sí que pone: ahora recuerda a su padre, ahora recuerda a su abuelo. Pero a ninguno de los dos se parece cuando tiene un toro delante, aunque el astado sea un bobalicón de esos que le selecciona su pariente y apoderado. Y además ha pasado al populismo más descarado. Su último toro en Sevilla, un manso de solemnidad como todos los jandillas de Jaén, lo trapeó entre el 10 y el 12 después de quitarse ostentosamente las zapatillas, no sabe uno muy bien por qué ni para qué. Sería un consejo de su hermano que estuvo asesorándole detrás de las tablas durante toda la faena. La solanera agradecida (no sólo las mujeres, que más de una vez le piropearon) y parte de la sombra incluso llegó a pedir la oreja. Será por lo de las zapatillas o porque es muy guapo, o yo qué sé. El caso es que el presidente esta vez tuvo criterio y no se la dio. Pero a instancias de su cuadrilla se marcó una vuelta al ruedo muy compuesta y salerosa en la que las féminas pudieron verle de cerca, tirarle toda clase de prendas y piropearle a voluntad.
Daniel Luque estuvo esta vez menos apático que en su anterior corrida y también fue injustamente recompensado con una oreja por su tesonera faena al manso que cerró la corrida. Cosas de esta plaza de toros en la que ya no sé si el que está equivocado soy yo: la música atacó un pasodoble cuando el de Gerena iba a recoger el estoque para acabar de una buena estocada con su oponente. Cosas para ver y para olvidar.
Y hoy jandillas de verdad. Eso es, más de lo mismo.

domingo, 1 de mayo de 2011

POBRE MAESTRANZA



Después de la soporífera preferia que hemos padecido, el viernes y el sábado, cuando empezó el ciclo de lujo caracterizado por el dominio del encaste Domecq, dio comienzo también el festivalismo triunfante. Dos días, dos triunfos. Dos corridas de figuras en el cartel, de gente guapa en los tendidos y de toros artistas. Dos días en que se abrió la Puerta del Príncipe (dice Antonio que, si la cosa sigue a este ritmo, los maestrantes van a tener que hacer acopio de aceite para engrasar los goznes) y se hizo historia: se indultó un toro. Les aseguro que no tengo memoria de cuándo se produjo un hecho semejante en la Maestranza. Los más viejos de los que se sientan en el 11 dicen que hace muchos, muchos años se indultó un novillo (cómo sería el animal). Pero nada más. Un toro, nunca. Dos días también en los que, por fin, vimos torear. Lo que no es poca cosa.
Esto de los indultos se ha puesto de moda. Dicen que es para impulsar la fiesta en tiempo de tribulaciones, aunque no estoy tan seguro de que  esta práctica sirva realmente para ese fin. El viernes al llegar al tendido comenté con Paco y con Javier que, con un poco de suerte, veríamos indultar a un toro: Juli lleva dos garcigrandes indultados en lo que va de temporada, y no sería extraño que sucediera lo mismo en la Maestranza (digo yo que si tendrá Julián López intereses accionariales en esa ganadería). No fue ese día, sino al siguiente. No fue Juli, sino Manzanares. Y no fue un garcigrande sino un nuñezdelcuvillo. Dicen que la tauromaquia es un ejemplo singular de espectáculo democrático: es el público el que manda. Y un buen número de espectadores sacó ayer el pañuelo blanco pidiendo el indulto para Arrojado: resultado, que el presidente sacó un pañuelo naranja y el beneficiado animal volvió a los chiqueros entre el clamor popular. Resulta interesante comprobar cómo cuando habiendo el mismo clamor en los tendidos protestando por la poca fuerza o trapío de un toro, el presidente se hace el sueco y deja seguir la lidia: ¿Será que en esos casos la democracia no vale y es sustituida por el despotismo (¿ilustrado?) del presidente y sus asesores? Un misterio.
Yo lo siento, pero creo que ayer el presidente no ayudó para nada al prestigio ni al porvenir de la tauromaquia: se equivocó. Arrojado no es un toro de indulto. En eso coincidimos casi todos los que ocupamos ese sector del 11 en el que se junta un buen número de aficionados (casi todos menos José Luis, que defendió la actitud de Manzanares y del usía). Fue un toro encastado y noble, claro que sí. Lo que sucede es que llevamos muchas corridas seguidas sin ver un toro con esas características y lo que debería ser normal se ha convertido en extraordinario. Para lograr el indulto un toro tiene que ser excepcional. No basta con que tenga algo de casta; además tiene que ser bravo. Muy bravo. Al indultarlo podrá padrear y garantizar la continuidad de la buena ganadería de lidia. Y lo que hizo Arrojado en el ruedo maestrante no fue precisamente lo que hace un toro bravo. Para ser indultado un toro debería entrar tres veces al caballo, desde lejos, con codicia, apretando con la cara abajo, sin cabecear y sin salirse de la suerte. Y nada de eso lo hizo este nuñezdelcuvillo. Lo que hizo fue señal de todo lo contrario. Además, en el tercio de banderillas se fue a la querencia y tuvo que ser banderilleado al revés, con el riesgo que eso supone para los toreros. Y Manzanares tuvo desarrollar el tercer tercio de la lidia en terrenos del sol, cada vez más cerca de la puerta de toriles, en donde el toro quería estar. ¿Es todo eso síntoma de bravura incontestable? Como decían unos madrileños del 9 que habían venido expresamente a ver la corrida, una vez devuelto a El Grullo el ganadero no debería ponerlo a padrear: no es toro para eso. Hemos visto en Sevilla muchos toros más bravos que este y ninguno ha merecido la gracia del indulto.
En mi opinión la Maestranza ha bajado de categoría con la decisión del presidente. Un presidente que no se ha caracterizado por las buenas acciones: parece que no sabe de esto. Con su actitud el presidente ha contribuido a que la Maestranza se convierta en una plaza festivalera y triunfalista en la que todo vale. Al fin, cuando llegan estos días los tendidos se llenan de públicos elegantes y de gentes que no quieren decir que han gastado un dineral en una entrada para salir con una decepción. Públicos que no tienen mucho criterio a la hora de aplaudir o de pedir triunfos o de indultar un toro. Sólo una muestra: el viernes se aplaudió en el arrastre a casi todos los garcigrandes, unos animalejos mansos y descastados. Ver para creer.
Tampoco los presidentes están haciendo mucho por el histórico ruedo sevillano. El viernes presidía Anabel Moreno y se empeñó en sacar a Julián López por la Puerta del Príncipe (como no lo consiguió el Domingo de Resurrección...). Y ayer Julián Salguero, además del indulto, regaló a Manzanares el segundo apéndice de su segundo toro. Contribuyen con esta actitud a hacer de la Maestranza una plaza triunfalista y sin valor. Una plaza de segunda.
No quiero decir con esto que Juli y Manzanares no hayan tenido mérito en sus actuaciones. Ayer Manzanares consiguió emocionarme en su noble primer toro. Lo entendió a la perfección y supo llevar su pastueña embestida con un temple inigualable: qué lentitud, qué ligazón. Puso a la plaza en pie y se ganó las dos orejas en ese toro. Hacía mucho tiempo que no veíamos algo semejante. Manzanares se ha convertido en un gran torero. Pero bajó muchos puntos con su concesión a la galería al negarse a matar a Arrojado, una actitud que sólo tiene una explicación: evitar el riesgo de entrar a matar. Sabía el torero que tenía las dos orejas en la mano y le pusieron en bandeja la posibilidad de no arriesgar el triunfo con un desafortunado espadazo. En el segundo volvió a intentarlo, pero ni el toro era igual ni la actitud del matador la misma: enjaretó muy buenas tandas con la derecha, pero con la izquierda casi no quiso verlo. Se colocó descaradamente fuera de cacho en la única serie de naturales que instrumentó. Y además la tan valorada estocada a ese segundo estuvo caída. Lo vimos muy bien desde el 11. De modo que con la complacencia del presidente se llevó un apéndice de más. Merecida Puerta del Príncipe de todos modos.
Sin embargo creo que el triunfo de Juli el día anterior fue excesivo. Ya he comentado que los garcigrandes fueron muy descastados y absolutamente tontorrones. Toros de esos de pasa p'acá, pasa p'allá. Pero sin casta ni mordiente ni nada de nada. Un claro ejemplo de esos toros artistas que tanto gustan a los toreros. Juli demostró que es un grandísimo y poderoso torero. Su primero andaba despistado correteando por el ruedo y logró fijarlo en el mismo centro de la plaza con un solo muletazo. Después le instrumentó una faena marca de la casa, con mucho mando y temple, pero sin emoción ninguna. Aquello no tenía mordiente, porque no había un toro encastado. De modo que una oreja hubiera sido premio adecuado. De la tercera oreja no quiero ni hablar: no se puede dar un trofeo a una faena sin enjundia y después de un pinchazo. Pero Anabel Moreno quería sacar a su torero por la Puerta del Príncipe y lo consiguió.
Para terminar. Creo que Ponce no debería vestirse de torero para dar espectáculos como el que dio el viernes: es una figura histórica de la tauromaquia y no se debe ir arrastrando así por las plazas. Cayetano sigue demostrando que se viste bien y que torea de salón con primor, pero torero no es. Y Aparicio debe tener un enchufe tremendo con la casa Pagés, porque de lo contrario no se explica que siga en los carteles año tras año.
Morante demostró ayer de nuevo que es de otra galaxia. A su manera pero de otra galaxia. Las verónicas que dió al primer nuñezdelcuvillo y la media con que remató sólo las puede instrumentar un torero con el sentido del temple y del arte que él tiene. Y en la media esta vez no se enmendó. Bien por la música.