lunes, 1 de mayo de 2023

DE NUEVO LUQUE

Gabriel Fernández Rey, el policía que ayer presidía la corrida de los toros de La Quinta, lo volvió a hacer. Se ha echado sobre sus hombros la responsabilidad de regenerar el rigor en la concesión de trofeos a los matadores que actúan en el ruedo maestrante. Eso estaría bien, porque la Maestranza está entrando en una deriva triunfalista que no le conviene. Lo malo es que lo hace sin criterio, o quién sabe con qué criterio lo hace.

Ayer volvió a negar una oreja a El Juli que había hecho una meritoria faena a su primer santacoloma, para la que el público pidió con fuerza el trofeo. Pero lo volvió a hacer: igual que le negó la oreja a Morante el día 24. Pero no parece tener criterio. Yo diría que le negó la oreja a El Juli en compensación negativa por las dos que bondadosamente le concedió el Domingo de Resurrección. La misma bondad que tuvo para llenar con tres orejas el esportón de Tomás Rufo el día 27 y abrirle la Puerta del Príncipe. Un presidente sin criterio que ayer se llevó una bronca de campeonato.

La corrida de La Quinta tuvo de todo. El más bravo le tocó a El Juli. Todos entraron con fuerza a los caballos, pero ahí se la dejaron toda. Llegaron al tercer tercio sin fuerzas y eso marcó el desarrollo de la lidia. Todos fueron dificultosos, unos por encaste y otros por la señalada falta de fuerzas, o por las dos cosas. El cuarto no tenía un pase y El Juli no lo quiso ni ver. Pablo Aguado no tuvo suerte en su lote ni está en buen momento. Toreó bien con el capote cuando pudo, pero con la muleta está sin sitio o sin ganas. Tan desangelado como los toros. Mal camino para un joven matador que fue adoptado por la afición sevillana como el nuevo Pepe Luis, pero que se quedó en aquel brillante principio de las cuatro orejas.

Exactamente lo contrario que le pasa a Daniel Luque. Pero claro, para llegar a donde está ha tenido también que pasar su calvario. Ayer volvió a demostrar que es un torero de los pies a la cabeza. El quinto toro (esta es la feria de los quintos toros) salió como los demás del encierro, con poquita fuerza y con petición de devolución por una parte del respetable. Pero Luque vio que tenía posibilidades y pidió calma. La faena fue de menos a mucho más: a base de temple y conocimiento de las distancias y los terrenos, le fue marcando los caminos al toro y enseñándole a embestir. Cuando lo tuvo dominado enjaretó una cuantas serie rotundas por ambos lados. Muletazos largos, profundos, templados, llenos de torería. Hasta que aburrió al toro. Lo mató de una magnífica estocada. De modo que Luque se ha colocado por méritos propios en el cenit del toreo sevillano. Merece ser mejor tratado por las empresas.

Iván García puso dos extraordinarios pares de banderillas y lidió con suficiencia el cuarto de la tarde. Fue un buen espada al que no le dieron las oportunidades debidas y se ha convertido en un magnífico subalterno.

domingo, 30 de abril de 2023

GINÉS MARÍN O LA AMBICIÓN TORERA

La tarde de ayer fue de altos y bajos, pero como la mayoría de los días de esta feria, fue una buena tarde de toros. Los toros de El Torero, el reservorio de la casta para los que proceden del primer juanpedro, estaban bien presentados; bonitas caras, pesos justos, y casta y bravura variable. Unos bravos, el segundo y el tercero; otros mansurrones, y en general nobles: no se comían a nadie. 

Uno de los bravos le correspondió al joven y ya experimentado torero Ginés Marín. Enjaretó unos magníficos lances a la verónica cuando recogió el toro, hizo un buen quite y realizó una brillante faena tanto con la mano derecha como por naturales. Siempre mandando, siempre templado. Los últimos, arrebatado y dominando absolutamente al astado. Mató muy bien y fue merecedor de las dos orejas que José Luque Teruel le concedió sin dudarlo demasiado. Me gusta mucho este torero.Tiene una de las mejores manos izquierda de las que hoy existen en el escalafón de matadores. Y sentido del temple. Su segundo fue uno de los mansotes y no dejó al joven matador hacer la faena que le hubiera hecho merecedor de la Puerta del Príncipe.

El otro de los bravos le cayó en suerte a Cayetano que no supo o no pudo hacerse con el toro y realizar la faena de triunfo que el juanpedro merecía. Una pena, pero Cayetano no acaba de cuajar en figura del toreo. El quinto de la tarde no fue del gusto del torero que además protestó a la presidencia por dejarlo en el ruedo: le parecía que estaba reparado de la vista y por eso no embestía bien. Además era un mansurrón descastado.

Morante de la Puebla corrió con el peor lote (en compensación por el magnífico que toreó en cuarto lugar el pasado miércoles). Venía Morante con ganas de mostrar que, no por haber hecho la gesta heroica de la anterior comparecencia, iba a relajarse. Salió a darlo todo con dos mansotes que no tenían un pase. En otros tiempo los habría pasaportado después de sendas faenas de aliño. Pero ahora lo intenta con todos y casi todos los toros le sirven para algo. Al primero le dio lances de mucha enjundia en el quite. Y en el tercer tercio lo muleteó con parsimonia y arte: pases con aromas antiguos. Naturales de frente a pies juntos que rememoraban a Chicuelo. Redondos templados y pases de pecho de cabo a rabo. Además de los remates marca de la casa. Un molinete para el recuerdo y una trincherilla de cartel de toros. En fin, el Morante que estamos disfrutando desde la pandemia para acá y que en nada recuerda al que tuvimos que sufrir tantas tardes hace años, cuando los morantistas éramos cuatro gatos. Ahora le sirve todo y lo intenta con todo.

Además iba muy bien vestido con un vestido de corte antiguo caña o canela y oro con remates negros. Bonito bordado y muy recargado de oro.

Una interesante tarde de toros.

 

sábado, 29 de abril de 2023

UNA MANSADA Y UN TORERO

La mansada la envió a la Maestranza Victoriano del Río. Seis mansos pregonados. Eso sí, bien presentados, con su trapío y tres de ellos de capa muy vistosa. Pero mansos como mulos con cuernos.

El torero, Andrés Roca Rey. Se empeñó en hacer faena a los dos mansos que le tocaron en suerte, y las hizo. A base de tesón, conocimiento, técnica y, sobre todo, valor. Un valor seco pero infinito. Al sexto, por el que nadie daba un euro, acabó sometiéndolo y subiéndose encima de él en un final de faena homenaje al mago Paco Ojeda. Un arrimón que hizo ponerse en pie a los espectadores de todos los tendidos. Dos orejas ganadas a ley. Y si el presidente no anda un poco listo, vuelven a sacarlo a hombros al Paseo de Colón. Porque en la Maestranza se está confundiendo una buena faena o, como en este caso, una faena heroica, con una faena excelente que abre la puerta de los cielos taurinos que es la Puerta del Príncipe. Roca se ha convertido, con todos los méritos, en el mandón del toreo. 

Juan Ortega no ha tenido suerte. Tampoco en esta ocasión. No es éste un torero del estilo de Roca Rey. Se empeña en hacer las cosas bien, pero no es torero de arrimones que entusiasmen a los públicos. Desde mi punto de vista tendría que haber estoqueado a sus dos adversarios mucho antes de lo que lo hizo. Desde que salieron al ruedo se supo que no tenían nada dentro. Como los demás del encierro, marcaron su mansedumbre y falta de casta desde el principio, saliendo de najas de los caballos y buscando refugio en la puerta de los chiqueros en cuanto vieron que los molestaban los capoteros. Ortega se puso porfión para demostrar que no le faltaba voluntad para intentar hacer faena a quien no la tenía. Los aficionados lo sabían desde el primer tercio. Y el público que no lo vio, pues qué le vamos a hacer: que vaya aprendiendo a ver toros.

Lo de Sebastián Castella tuvo mucho mérito. Volvió en  perfecta forma y con muchas ganas. Pero con los dos mulos que le salieron no se puede hacer nada. Esperemos que cuando vuelva por San Miguel tenga mejor suerte. Lo esperaremos.

Y esperamos también que lo de Victoriano del Río sea sólo un episodio pasajero y vuelva al toro encastado y bravo que tantas tardes de gloria han proporcionado. Este año no hay juanpedros, afortunadamente. Pero lo de Núñez del Cuvillo y esto de Victoriano del Río apunta malos augurios.


viernes, 28 de abril de 2023

YA NO ES SÓLO EL SOL

En las crónicas antiguas (pero de no hace tanto tiempo) y en los comentarios entre los aficionados al salir de la plaza, se decía que algunos matadores se arrimaban a los tendidos del sol para lograr que sus faenas fueran premiadas con algún trofeo que mejorara sus estadísticas y su caché de cara a futuras negociaciones. Todavía hoy algunos críticos se fijan en lo que sucede en los tendidos 1, 2 y 3 al final de las faenas para saber si este sector, supuestamente formado por aficionados cabales, saca sus pañuelos blancos para pedir trofeos al matador. Si no los hay en abundancia piensan que el matador no es digno de trofeo.

Pues bien. En los últimos tiempos y este año de manera particular, el número de pañuelos en esos tendidos de la sombra no es señal de que realmente la faena sea merecedora de triunfos. Es lo que viene pasando esta feria en la Maestranza. El público bullicioso y bullanguero no está sólo en el sol: la sombra le disputa la primacía. Un público que, con escaso criterio, quiere salir de la plaza contando que han asistido al clamoroso triunfo de tal o cual torero. Y como los presidentes se fían, y mucho, de lo que pasa en estos tendidos que tiene más próximos, pues en general acaban sacando pañuelos a gogó y repartiendo orejas a discreción.

Eso es lo que pasó ayer en la Maestranza. Tres orejas, que realmente debieron ser dos (una y una) abrieron la Puerta del Príncipe a Tomás Rufo por segunda vez en su corta carrera y en dos años consecutivos. Gabriel Fernández Rey contribuyo con su dadivosidad a rebajar la importancia que en Sevilla ha tenido abrir la Puerta del Príncipe. Que se lo pregunten si no a los toreros más antiguos. Más de uno hubo que, con grandes faenas, no lograron abrirla ni una sola vez. El mismo Morante de la Puebla, que el miércoles la abrió con todo merecimiento, puede dar testimonio de lo que digo.

Tomás Rufo hizo dos buenas faenas a los dos mejores toros del encierro de Jandilla. La mejor al bravo tercer toro. Pero era faena de una sola oreja: toreó bien a un buen toro, pero mató regular y dos orejas es el trofeo a una faena redonda. Y esta no lo fue. Con la oreja del sexto se le abrió la Puerta del Príncipe. La segunda flojita de lo que va de feria. Tan flojita como la de Roca Rey. Y no digo que Tomás Rufo no hiciera méritos para el triunfo: es un torero con clase y temple. A pesar de su bisoñez tiene cualidades sobradas para codearse y hablar de tu a las figuras que ahora lideran el escalafón.

Manzanares y Pablo Aguado completaban una terna muy del gusto de Sevilla. Pero Manzanares no está en su mejor momento. No le vendría mal un descanso. Su primer toro era blando como todo el encierro de los jandillas, pero el alicantino no supo encontrar el sitio adecuado para hacerle la faena que el ejemplar pedía y merecía. El cuarto, aunque noble, fue menos bravo, y en éste no sólo no supo encontrar el camino de la faena, sino que tampoco mató bien, lo que sí hizo en el primero.

Aguado se topó con los dos peores ejemplares de un encierro blando, muy blando. Todos tenían bondad de sobra (lo que se llama en el argot nobleza) pero eran descastados, mansurrones. Con eso no pudo hacer nada. Qué le vamos a hacer.

miércoles, 26 de abril de 2023

MORANTE SE ENFADÓ

 En la corrida del lunes se dieron circunstancias de todo tipo. La presencia de un irregular, flojo y mansurrón encierro de Matilla (García Jiménez, Olga Jiménez); el triunfo del gran Emilio de Justo con el único toro realmente bravo de los seis; el aburrimiento de las faenas de Talavante y el enfado de Morante de la Puebla con la presidencia.

Al terminar de torear su primer toro, Morante se enfadó con el presidente, le faltó al respeto debido, y tiró su bonita y original montera al callejón con malos modos después del reglamentario saludo. El torero se enfadó con el presidente (Don Gabriel Fernández Rey) porque consideró que su faena era merecedora de una oreja que el del palco no le concedió. Pero realmente se debería haber enfadado con el público que no pidió la oreja con la fuerza que debía haber hecho: la petición no fue mayoritaria y el presidente muy estricto en el cumplimiento del reglamento. Morante hizo una buena faena para aficionados, y así lo consideró el maestro, pero las gradas de la Maestranza no están llenas de aficionados sino de un público bullicioso que no entiende en muchas ocasiones que el toreo es un arte que se produce en la conjunción entre toro y torero, y que de las características del primero condiciona la actuación del segundo. Para mi, la faena era de oreja a pesar de que la espada quedó un poco trasera. Pero...

En el cuarto Morante encontró mejor material, sin que el toro fuera nada del otro mundo, y desarrolló el toreo tanto con la capa como con la muleta. Con la montera calada, la faena de Morante tuvo rasgos de toreo grande: por detrás de la personalidad y extraordinaria de manera de concebir el toreo del de La Puebla, se podían vislumbrar a Belmente, a Chicuelo y a Antonio Bienvenida. Una faena que remató de una buena estocada. Ahora sí le fue concedida la oreja, que depositó bajo el estribo de la barrera, y dio una parsimoniosa vuelta al ruedo con la felicidad reflejada en la cara. El resultado final no fue el triunfo clamoroso, pero pudimos disfrutar de lo lindo viendo al maestro.

El toro de la corrida cayó en el lote de Emilio de Justo y la faena a este tercero de la tarde resultó inolvidable: una de las grandes faenas de las que se han visto y se verán en la feria. Un bravo toro al que se dio una merecida vuelta al ruedo. Dos orejas le cortó de Justo a este ejemplar después de una faena que fue de menos a más y que coloca a este torero entre las grandes figuras de la tauromaquia. Con un toreo largo por los dos lados, lento, templado, poderoso, Emilio de Justo confirmó que su actuación en la tarde de los victorinos no fue casualidad. Lástima que en el sexto tuviera que enfrentarse a un morlaco que no tenía un pase, porque la actuación con el tercero fue de Puerta del Príncipe.

Talavante pasó por allí. Es verdad que no tuvo el mejor lote del encierro, pero hizo un toreo vulgar y pasaba los toros con una velocidad propia de las películas de la época del cine mudo. Pegó un petardo con los aceros.

Para acabar, tengo que desdecirme de lo que escribí hace unos días de la forma de vestir de Morante. No se puede decir que su vestido de este día no fuera original, que lo era: terno naranja con bordado de hilo blanco con un diseño que se ve en algunas fotografías de la época de oro del toreo. Pero a mi me pareció muy feo.


 

domingo, 23 de abril de 2023

ESCRIBANO, PATATERO Y COBRADIEZMOS

Dicen que el victorino que ayer saltó en quinto lugar al albero de la Maestranza era hijo de Cobradiezmos, aquel lujo de toro que Victorino Martín llevó a Sevilla en abril de 2016 y que, tras una excelente faena de Manuel Escribano, fue indultado con todos los merecimientos y dedicado a padrear en Las Tiesas. Patatero se llamaba el toro. Cárdeno claro, cinqueño y con poco más de 500 kg de peso, presentaba la morfología prototípica de esta rama de los  santacolomas pasados por Albaserrada y que cría con esmero Victorino Martín García.

Pues quiso la suerte que Patatero cayera en manos de quien había bordado el toreo con su bravo padre: Manuel Escribano. Patatero tenía menos fuerza que su padre y humillaba menos, pero Escribano escribió con él una página de oro en su biografía torera. ¡No se puede torear mejor y más despacio! Después de recibirlo valientemente a portagayola y de un brillante segundo tercio, fue ahormando la embestida del victorino hasta que, a base de dominio y temple, consiguió ralentizarla hasta el extremo de que pareciera la embestida de un saltillo de los que se torean en México. Por la derecha y por la izquierda Escribano puso de pie los tendidos con un toreo excelso. Mató de una certera estocada y el público pidió con fuerza las dos orejas que el presidente concedió, a la vez que la merecida vuelta al ruedo de Patatero. Si las de Luque fueron bien ganadas, estas no lo fueron menos. La feria se ha puesto muy cara. Escribano se ha convertido por méritos propios en uno de los toreros de la afición sevillana.

Pero la corrida no fue sólo esto. El encierro de Victorino Martín quizás sea el encierro de la feria. Seis toros marca de la casa (cuatro cinqueños), perfectamente presentados, aunque quizás cuatro de ellos algo pasados de peso para este encaste. Mansurrones en los caballos, con poca fuerza y de variado juego, pero todos con interés. A Escribano le tocó el mejor de todos y también el peor: el segundo estaba en la línea de lo que Ruiz Miguel bautizó como alimañas: tobillero, reponía inmediatamente después de tragarse el muletazo. Aunque no llegaba al grado de dificultad de los victorinos de antaño (el ganadero, además de aumentar el peso, ha dulcificado la embestida de sus animales) exigía que se le hicieran las cosas bien. Y encontró enfrente a un torero que supo plantarle cara. La estocada algo trasera quizás le privó de cortar una oreja de este difícil ejemplar.

El Cid volvió y fue recibido cariñosamente por la afición. ¡Cuántos buenos momentos nos hizo vivir! Y volvió mejor que cuando se fue. Estos años de retiro le han venido bien al torero. Cuando se esperaba que fuera una reaparición un tanto light, Manuel Jesús demostró que viene a darlo todo. Toreó muy bien a sus dos ejemplares, y al segundo le cortó una oreja de ley. Reapareció esa prodigiosa izquierda que añorábamos los que le vimos torear en sus primeros años y ha recuperado el sitio con la espada.

Y Emilio de Justo cumplió sobradamente con su primer compromiso en la Maestranza. Cortó una oreja con todo merecimiento en el tercero de la tarde y se impuso a ley con el difícil sexto. Un toro blando de cuartos delanteros, pero complicado a más no poder al que pudo cortarle otra oreja si no hubiera fallado con los aceros.

En fin, una magnífica corrida que hizo disfrutar a los aficionados que casi llenaban los asientos de la Maestranza. El mejor encierro hasta la fecha, el mejor toro hasta el día de hoy y una terna que ha puesto muy cara la feria,

sábado, 22 de abril de 2023

UN NOVILLERO LLAMADO ROCA REY

 El mediocre y basto encierro que Núñez del Cuvillo trajo ayer a Sevilla tuvo dos ejemplares que medio se dejaron torear. Uno, el quinto, le cayó en suerte a Manzanares que lo supo aprovechar hasta que llegó la hora de la suerte suprema: petardo gordo con la espada, consecuencia de lo que parece una creciente desgana del otrora excelente matador. Lo que sí tuvo mérito fue que, como el pitón bueno del morlaco era el izquierdo, Manzanares hizo la mayor parte de la faena por naturales, algunos con clase y temple aunque con poco mando, que no estaba el núñezdelcuvillo para mucho dominio. Pero al menos vimos al alicantino torear con la izquierda en vez de esas faenas de derechazos encadenados haciendo una reolina y otra y otra más. Bienvenido sea.

Pero el premio gordo se lo llevó Roca Rey que tuvo el ejemplar más potable (no quiere decir que fuera un toro bravo). Lo vio pronto el peruano y, después de dejarlo crudo en el caballo, se enfrentó al noble animalejo como si fuera un novillero que busca la oportunidad de su vida. Pases arriesgando a carta cabal, de esos que ponen a los tendidos de pie: rodilla en tierra, cambiados por la espalda. Roca Rey sabe lo que el público quiere y se lo da en cuanto puede y el toro se lo permite. Toreo bullicioso y arriesgado (el valor frio de este torero es increíble). De modo que cuando dio cuenta del animal en la suerte suprema de un estoconazo, los tendidos se poblaron de pañuelos blancos. Dos orejas que el presidente dio sin dudar, quizás para resarcir al matador de las que le negó este mismo presidente (Fernando Fernández-Figueroa Guerrero) la pasada temporada. De modo que unidas a la que cortó en su primero, le daban la llave de la ansiada Puerta del Príncipe. Si se compara su faena con la de Daniel Luque, no hay duda: esas dos orejas eran dos orejas muy baratas. Pero Roca es un torero de masas y las masas lo quieren ver salir por la Puerta del Príncipe. La tauromaquia precisa de cuando en vez de estos toreros que llenan las plazas y crean afición. Bienvenido sea.

Urdiales se topó con lo peor del encierro y poco pudo hacer.

Antonio Chacón puso un excelso par de banderillas y tocó la música en su honor. Queda para los anales de la Maestranza y se lo podrá contar a sus nietos: eso no pasa todos los días.