domingo, 30 de abril de 2023

GINÉS MARÍN O LA AMBICIÓN TORERA

La tarde de ayer fue de altos y bajos, pero como la mayoría de los días de esta feria, fue una buena tarde de toros. Los toros de El Torero, el reservorio de la casta para los que proceden del primer juanpedro, estaban bien presentados; bonitas caras, pesos justos, y casta y bravura variable. Unos bravos, el segundo y el tercero; otros mansurrones, y en general nobles: no se comían a nadie. 

Uno de los bravos le correspondió al joven y ya experimentado torero Ginés Marín. Enjaretó unos magníficos lances a la verónica cuando recogió el toro, hizo un buen quite y realizó una brillante faena tanto con la mano derecha como por naturales. Siempre mandando, siempre templado. Los últimos, arrebatado y dominando absolutamente al astado. Mató muy bien y fue merecedor de las dos orejas que José Luque Teruel le concedió sin dudarlo demasiado. Me gusta mucho este torero.Tiene una de las mejores manos izquierda de las que hoy existen en el escalafón de matadores. Y sentido del temple. Su segundo fue uno de los mansotes y no dejó al joven matador hacer la faena que le hubiera hecho merecedor de la Puerta del Príncipe.

El otro de los bravos le cayó en suerte a Cayetano que no supo o no pudo hacerse con el toro y realizar la faena de triunfo que el juanpedro merecía. Una pena, pero Cayetano no acaba de cuajar en figura del toreo. El quinto de la tarde no fue del gusto del torero que además protestó a la presidencia por dejarlo en el ruedo: le parecía que estaba reparado de la vista y por eso no embestía bien. Además era un mansurrón descastado.

Morante de la Puebla corrió con el peor lote (en compensación por el magnífico que toreó en cuarto lugar el pasado miércoles). Venía Morante con ganas de mostrar que, no por haber hecho la gesta heroica de la anterior comparecencia, iba a relajarse. Salió a darlo todo con dos mansotes que no tenían un pase. En otros tiempo los habría pasaportado después de sendas faenas de aliño. Pero ahora lo intenta con todos y casi todos los toros le sirven para algo. Al primero le dio lances de mucha enjundia en el quite. Y en el tercer tercio lo muleteó con parsimonia y arte: pases con aromas antiguos. Naturales de frente a pies juntos que rememoraban a Chicuelo. Redondos templados y pases de pecho de cabo a rabo. Además de los remates marca de la casa. Un molinete para el recuerdo y una trincherilla de cartel de toros. En fin, el Morante que estamos disfrutando desde la pandemia para acá y que en nada recuerda al que tuvimos que sufrir tantas tardes hace años, cuando los morantistas éramos cuatro gatos. Ahora le sirve todo y lo intenta con todo.

Además iba muy bien vestido con un vestido de corte antiguo caña o canela y oro con remates negros. Bonito bordado y muy recargado de oro.

Una interesante tarde de toros.

 

sábado, 29 de abril de 2023

UNA MANSADA Y UN TORERO

La mansada la envió a la Maestranza Victoriano del Río. Seis mansos pregonados. Eso sí, bien presentados, con su trapío y tres de ellos de capa muy vistosa. Pero mansos como mulos con cuernos.

El torero, Andrés Roca Rey. Se empeñó en hacer faena a los dos mansos que le tocaron en suerte, y las hizo. A base de tesón, conocimiento, técnica y, sobre todo, valor. Un valor seco pero infinito. Al sexto, por el que nadie daba un euro, acabó sometiéndolo y subiéndose encima de él en un final de faena homenaje al mago Paco Ojeda. Un arrimón que hizo ponerse en pie a los espectadores de todos los tendidos. Dos orejas ganadas a ley. Y si el presidente no anda un poco listo, vuelven a sacarlo a hombros al Paseo de Colón. Porque en la Maestranza se está confundiendo una buena faena o, como en este caso, una faena heroica, con una faena excelente que abre la puerta de los cielos taurinos que es la Puerta del Príncipe. Roca se ha convertido, con todos los méritos, en el mandón del toreo. 

Juan Ortega no ha tenido suerte. Tampoco en esta ocasión. No es éste un torero del estilo de Roca Rey. Se empeña en hacer las cosas bien, pero no es torero de arrimones que entusiasmen a los públicos. Desde mi punto de vista tendría que haber estoqueado a sus dos adversarios mucho antes de lo que lo hizo. Desde que salieron al ruedo se supo que no tenían nada dentro. Como los demás del encierro, marcaron su mansedumbre y falta de casta desde el principio, saliendo de najas de los caballos y buscando refugio en la puerta de los chiqueros en cuanto vieron que los molestaban los capoteros. Ortega se puso porfión para demostrar que no le faltaba voluntad para intentar hacer faena a quien no la tenía. Los aficionados lo sabían desde el primer tercio. Y el público que no lo vio, pues qué le vamos a hacer: que vaya aprendiendo a ver toros.

Lo de Sebastián Castella tuvo mucho mérito. Volvió en  perfecta forma y con muchas ganas. Pero con los dos mulos que le salieron no se puede hacer nada. Esperemos que cuando vuelva por San Miguel tenga mejor suerte. Lo esperaremos.

Y esperamos también que lo de Victoriano del Río sea sólo un episodio pasajero y vuelva al toro encastado y bravo que tantas tardes de gloria han proporcionado. Este año no hay juanpedros, afortunadamente. Pero lo de Núñez del Cuvillo y esto de Victoriano del Río apunta malos augurios.


viernes, 28 de abril de 2023

YA NO ES SÓLO EL SOL

En las crónicas antiguas (pero de no hace tanto tiempo) y en los comentarios entre los aficionados al salir de la plaza, se decía que algunos matadores se arrimaban a los tendidos del sol para lograr que sus faenas fueran premiadas con algún trofeo que mejorara sus estadísticas y su caché de cara a futuras negociaciones. Todavía hoy algunos críticos se fijan en lo que sucede en los tendidos 1, 2 y 3 al final de las faenas para saber si este sector, supuestamente formado por aficionados cabales, saca sus pañuelos blancos para pedir trofeos al matador. Si no los hay en abundancia piensan que el matador no es digno de trofeo.

Pues bien. En los últimos tiempos y este año de manera particular, el número de pañuelos en esos tendidos de la sombra no es señal de que realmente la faena sea merecedora de triunfos. Es lo que viene pasando esta feria en la Maestranza. El público bullicioso y bullanguero no está sólo en el sol: la sombra le disputa la primacía. Un público que, con escaso criterio, quiere salir de la plaza contando que han asistido al clamoroso triunfo de tal o cual torero. Y como los presidentes se fían, y mucho, de lo que pasa en estos tendidos que tiene más próximos, pues en general acaban sacando pañuelos a gogó y repartiendo orejas a discreción.

Eso es lo que pasó ayer en la Maestranza. Tres orejas, que realmente debieron ser dos (una y una) abrieron la Puerta del Príncipe a Tomás Rufo por segunda vez en su corta carrera y en dos años consecutivos. Gabriel Fernández Rey contribuyo con su dadivosidad a rebajar la importancia que en Sevilla ha tenido abrir la Puerta del Príncipe. Que se lo pregunten si no a los toreros más antiguos. Más de uno hubo que, con grandes faenas, no lograron abrirla ni una sola vez. El mismo Morante de la Puebla, que el miércoles la abrió con todo merecimiento, puede dar testimonio de lo que digo.

Tomás Rufo hizo dos buenas faenas a los dos mejores toros del encierro de Jandilla. La mejor al bravo tercer toro. Pero era faena de una sola oreja: toreó bien a un buen toro, pero mató regular y dos orejas es el trofeo a una faena redonda. Y esta no lo fue. Con la oreja del sexto se le abrió la Puerta del Príncipe. La segunda flojita de lo que va de feria. Tan flojita como la de Roca Rey. Y no digo que Tomás Rufo no hiciera méritos para el triunfo: es un torero con clase y temple. A pesar de su bisoñez tiene cualidades sobradas para codearse y hablar de tu a las figuras que ahora lideran el escalafón.

Manzanares y Pablo Aguado completaban una terna muy del gusto de Sevilla. Pero Manzanares no está en su mejor momento. No le vendría mal un descanso. Su primer toro era blando como todo el encierro de los jandillas, pero el alicantino no supo encontrar el sitio adecuado para hacerle la faena que el ejemplar pedía y merecía. El cuarto, aunque noble, fue menos bravo, y en éste no sólo no supo encontrar el camino de la faena, sino que tampoco mató bien, lo que sí hizo en el primero.

Aguado se topó con los dos peores ejemplares de un encierro blando, muy blando. Todos tenían bondad de sobra (lo que se llama en el argot nobleza) pero eran descastados, mansurrones. Con eso no pudo hacer nada. Qué le vamos a hacer.

miércoles, 26 de abril de 2023

MORANTE SE ENFADÓ

 En la corrida del lunes se dieron circunstancias de todo tipo. La presencia de un irregular, flojo y mansurrón encierro de Matilla (García Jiménez, Olga Jiménez); el triunfo del gran Emilio de Justo con el único toro realmente bravo de los seis; el aburrimiento de las faenas de Talavante y el enfado de Morante de la Puebla con la presidencia.

Al terminar de torear su primer toro, Morante se enfadó con el presidente, le faltó al respeto debido, y tiró su bonita y original montera al callejón con malos modos después del reglamentario saludo. El torero se enfadó con el presidente (Don Gabriel Fernández Rey) porque consideró que su faena era merecedora de una oreja que el del palco no le concedió. Pero realmente se debería haber enfadado con el público que no pidió la oreja con la fuerza que debía haber hecho: la petición no fue mayoritaria y el presidente muy estricto en el cumplimiento del reglamento. Morante hizo una buena faena para aficionados, y así lo consideró el maestro, pero las gradas de la Maestranza no están llenas de aficionados sino de un público bullicioso que no entiende en muchas ocasiones que el toreo es un arte que se produce en la conjunción entre toro y torero, y que de las características del primero condiciona la actuación del segundo. Para mi, la faena era de oreja a pesar de que la espada quedó un poco trasera. Pero...

En el cuarto Morante encontró mejor material, sin que el toro fuera nada del otro mundo, y desarrolló el toreo tanto con la capa como con la muleta. Con la montera calada, la faena de Morante tuvo rasgos de toreo grande: por detrás de la personalidad y extraordinaria de manera de concebir el toreo del de La Puebla, se podían vislumbrar a Belmente, a Chicuelo y a Antonio Bienvenida. Una faena que remató de una buena estocada. Ahora sí le fue concedida la oreja, que depositó bajo el estribo de la barrera, y dio una parsimoniosa vuelta al ruedo con la felicidad reflejada en la cara. El resultado final no fue el triunfo clamoroso, pero pudimos disfrutar de lo lindo viendo al maestro.

El toro de la corrida cayó en el lote de Emilio de Justo y la faena a este tercero de la tarde resultó inolvidable: una de las grandes faenas de las que se han visto y se verán en la feria. Un bravo toro al que se dio una merecida vuelta al ruedo. Dos orejas le cortó de Justo a este ejemplar después de una faena que fue de menos a más y que coloca a este torero entre las grandes figuras de la tauromaquia. Con un toreo largo por los dos lados, lento, templado, poderoso, Emilio de Justo confirmó que su actuación en la tarde de los victorinos no fue casualidad. Lástima que en el sexto tuviera que enfrentarse a un morlaco que no tenía un pase, porque la actuación con el tercero fue de Puerta del Príncipe.

Talavante pasó por allí. Es verdad que no tuvo el mejor lote del encierro, pero hizo un toreo vulgar y pasaba los toros con una velocidad propia de las películas de la época del cine mudo. Pegó un petardo con los aceros.

Para acabar, tengo que desdecirme de lo que escribí hace unos días de la forma de vestir de Morante. No se puede decir que su vestido de este día no fuera original, que lo era: terno naranja con bordado de hilo blanco con un diseño que se ve en algunas fotografías de la época de oro del toreo. Pero a mi me pareció muy feo.


 

domingo, 23 de abril de 2023

ESCRIBANO, PATATERO Y COBRADIEZMOS

Dicen que el victorino que ayer saltó en quinto lugar al albero de la Maestranza era hijo de Cobradiezmos, aquel lujo de toro que Victorino Martín llevó a Sevilla en abril de 2016 y que, tras una excelente faena de Manuel Escribano, fue indultado con todos los merecimientos y dedicado a padrear en Las Tiesas. Patatero se llamaba el toro. Cárdeno claro, cinqueño y con poco más de 500 kg de peso, presentaba la morfología prototípica de esta rama de los  santacolomas pasados por Albaserrada y que cría con esmero Victorino Martín García.

Pues quiso la suerte que Patatero cayera en manos de quien había bordado el toreo con su bravo padre: Manuel Escribano. Patatero tenía menos fuerza que su padre y humillaba menos, pero Escribano escribió con él una página de oro en su biografía torera. ¡No se puede torear mejor y más despacio! Después de recibirlo valientemente a portagayola y de un brillante segundo tercio, fue ahormando la embestida del victorino hasta que, a base de dominio y temple, consiguió ralentizarla hasta el extremo de que pareciera la embestida de un saltillo de los que se torean en México. Por la derecha y por la izquierda Escribano puso de pie los tendidos con un toreo excelso. Mató de una certera estocada y el público pidió con fuerza las dos orejas que el presidente concedió, a la vez que la merecida vuelta al ruedo de Patatero. Si las de Luque fueron bien ganadas, estas no lo fueron menos. La feria se ha puesto muy cara. Escribano se ha convertido por méritos propios en uno de los toreros de la afición sevillana.

Pero la corrida no fue sólo esto. El encierro de Victorino Martín quizás sea el encierro de la feria. Seis toros marca de la casa (cuatro cinqueños), perfectamente presentados, aunque quizás cuatro de ellos algo pasados de peso para este encaste. Mansurrones en los caballos, con poca fuerza y de variado juego, pero todos con interés. A Escribano le tocó el mejor de todos y también el peor: el segundo estaba en la línea de lo que Ruiz Miguel bautizó como alimañas: tobillero, reponía inmediatamente después de tragarse el muletazo. Aunque no llegaba al grado de dificultad de los victorinos de antaño (el ganadero, además de aumentar el peso, ha dulcificado la embestida de sus animales) exigía que se le hicieran las cosas bien. Y encontró enfrente a un torero que supo plantarle cara. La estocada algo trasera quizás le privó de cortar una oreja de este difícil ejemplar.

El Cid volvió y fue recibido cariñosamente por la afición. ¡Cuántos buenos momentos nos hizo vivir! Y volvió mejor que cuando se fue. Estos años de retiro le han venido bien al torero. Cuando se esperaba que fuera una reaparición un tanto light, Manuel Jesús demostró que viene a darlo todo. Toreó muy bien a sus dos ejemplares, y al segundo le cortó una oreja de ley. Reapareció esa prodigiosa izquierda que añorábamos los que le vimos torear en sus primeros años y ha recuperado el sitio con la espada.

Y Emilio de Justo cumplió sobradamente con su primer compromiso en la Maestranza. Cortó una oreja con todo merecimiento en el tercero de la tarde y se impuso a ley con el difícil sexto. Un toro blando de cuartos delanteros, pero complicado a más no poder al que pudo cortarle otra oreja si no hubiera fallado con los aceros.

En fin, una magnífica corrida que hizo disfrutar a los aficionados que casi llenaban los asientos de la Maestranza. El mejor encierro hasta la fecha, el mejor toro hasta el día de hoy y una terna que ha puesto muy cara la feria,

sábado, 22 de abril de 2023

UN NOVILLERO LLAMADO ROCA REY

 El mediocre y basto encierro que Núñez del Cuvillo trajo ayer a Sevilla tuvo dos ejemplares que medio se dejaron torear. Uno, el quinto, le cayó en suerte a Manzanares que lo supo aprovechar hasta que llegó la hora de la suerte suprema: petardo gordo con la espada, consecuencia de lo que parece una creciente desgana del otrora excelente matador. Lo que sí tuvo mérito fue que, como el pitón bueno del morlaco era el izquierdo, Manzanares hizo la mayor parte de la faena por naturales, algunos con clase y temple aunque con poco mando, que no estaba el núñezdelcuvillo para mucho dominio. Pero al menos vimos al alicantino torear con la izquierda en vez de esas faenas de derechazos encadenados haciendo una reolina y otra y otra más. Bienvenido sea.

Pero el premio gordo se lo llevó Roca Rey que tuvo el ejemplar más potable (no quiere decir que fuera un toro bravo). Lo vio pronto el peruano y, después de dejarlo crudo en el caballo, se enfrentó al noble animalejo como si fuera un novillero que busca la oportunidad de su vida. Pases arriesgando a carta cabal, de esos que ponen a los tendidos de pie: rodilla en tierra, cambiados por la espalda. Roca Rey sabe lo que el público quiere y se lo da en cuanto puede y el toro se lo permite. Toreo bullicioso y arriesgado (el valor frio de este torero es increíble). De modo que cuando dio cuenta del animal en la suerte suprema de un estoconazo, los tendidos se poblaron de pañuelos blancos. Dos orejas que el presidente dio sin dudar, quizás para resarcir al matador de las que le negó este mismo presidente (Fernando Fernández-Figueroa Guerrero) la pasada temporada. De modo que unidas a la que cortó en su primero, le daban la llave de la ansiada Puerta del Príncipe. Si se compara su faena con la de Daniel Luque, no hay duda: esas dos orejas eran dos orejas muy baratas. Pero Roca es un torero de masas y las masas lo quieren ver salir por la Puerta del Príncipe. La tauromaquia precisa de cuando en vez de estos toreros que llenan las plazas y crean afición. Bienvenido sea.

Urdiales se topó con lo peor del encierro y poco pudo hacer.

Antonio Chacón puso un excelso par de banderillas y tocó la música en su honor. Queda para los anales de la Maestranza y se lo podrá contar a sus nietos: eso no pasa todos los días.

 

viernes, 21 de abril de 2023

DANIEL LUQUE

En la arena de la Maestranza ayer se hizo presente el toreo. Y el protagonista fue un torero de Gerena que se acartela con el nombre de Daniel Luque. Después de cuatro toros de El Parralejo que no dijeron nada, apareció el quinto llamado Príncipe, que le tocó en suerte al de Gerena. Un toro bravo que se encontró con un torero en sazón. La faena fue excelsa. Naturales, redondos, ayudados, trincherillas, pases de pecho... Todo hecho con ritmo, cadencia, temple y mando. Estocada por derecho y hasta un poco contraria. Dos orejas sin discusión y la Maestranza rendida a sus pies.

Es digna de admiración la evolución de este torero. Daniel Luque tomó la alternativa en 2007 y durante unas temporadas fue un joven torero mimado por las empresas. En Sevilla toreó una temporada tras otra, y una tras otra fue cayendo en un pozo del que parecía no poder salir. Las esperanzas que despertó de novillero se fueron diluyendo  y pasó de ser protagonista de carteles de lujo al olvido. Mi impresión es que las temporadas del 2011 y el 2012 marcaron la decadencia absoluta del torero.

Pero también ahí empezó la recuperación: corridas duras, mucha plaza de pueblo, lucha continua para volver al sitio que quería ocupar en el toreo. Quería mostrarse a sí mismo y mostrar a los aficionados que tiene madera de figura del toreo. Y así, año a año, toro a toro, se ha convertido en uno de los mejores toreros del escalafón. El pasado año salió por la Puerta del Príncipe y este año ha ganado dos orejas de peso. Ahora se ha ganado el sitio no por el mimo de la empresa sino por méritos propios. Haciendo toreo de muchos quilates. ¡Ojalá le dure este momento de gracia! Por su bien y por el de la tauromaquia.

Miguel Ángel Perera pasó por allí: con lo que le salió por la puerta de chiqueros no se podía hacer nada. Y el debutante Francisco de Manuel mostró que tiene maneras. Habrá que verlo en otra ocasión con toros de verdad.

jueves, 20 de abril de 2023

VUELTA A LA VULGARIDAD

 Los de Santiago Domecq, que el pasado año dieron buen juego y merecieron premios, este año han formado parte de las camadas vulgares que pisan el albero de la Maestranza. Porque eso es lo que fueron los toros que ayer se corrieron: vulgares y aburridos. En general con la casta justita y con poquita (muy poquita) fuerza. Les daba para los dos primeros tercios. Después, nada de nada.

Y no sé si fue por contagio o porque ellos son así, los tres matadores contribuyeron a que fuera una corrida vulgar. Quizá sólo se salvó en algunos momentos Álvaro Lorenzo. Un joven matador que se va asentando año a año pero que, cultivando ese austero toreo castellano, acaba siendo un tanto aburrido pegapases. Con el quinto, que fue uno de los mejores del sorteo, se apretó y consiguió sacar del sopor al respetable. Mató regular y el señor presidente le concedió una oreja que se antoja un premio de saldo: la Maestranza ha perdido la afición, y eso que ayer estaba la plaza medio vacía y había mayoría de abonados.

José Garrido pasó por allí. Dejó der ese torero bullidor que fue antaño. Demostró con su primero que sabe torear, y muy bien, con la capa. Pero ahí se acabó. No sabemos si con otros ganado podría haber ofrecido otro toreo. Pero con éste aburrió a las moscas. Eso sí, vendió su actuación como una actuación voluntariosa, pero eso sólo muestra que es buen actor.

Y Cadaval... Qué decir de Cadaval. Este hombre mostró que tiene afición y voluntad. Pero desde que lo vi en su etapa de novillero pienso que no está llamado a formar parte del Olimpo taurino. Tiene voluntad y ganas. Ha superado una grave lesión vertebral. Y ahí sigue: reapareciendo en la Maestranza, primorosamente vestido de verde esperanza y oro, pero aburriendo al respetable. Es evidente que es un protegido de la empresa, pero pienso que necesita pueblear mucho antes de volver a pisar el albero sevillano.

En fin. Una corrida vulgar. Esperemos que al final del ciclo podamos decir que ha sido la excepción.

lunes, 17 de abril de 2023

UNA OPORTUNIDAD DESPERDICIADA

 
La conocida como corrida de la oportunidad que se celebró ayer en la Maestranza fue una ocasión desperdiciada, pero no por los seis jóvenes matadores que hicieron lo que pudieron con lo que les tocó en suerte. Fue una oportunidad desperdiciada por la ganadería de Fermín Bohorquez que llevó a la plaza seis cinqueños tan grandes como flojos y descastados. Sólo el que se corrió en tercer lugar presentó síntomas de bravura, que no de fuerzas que también le faltaron. El segundo fue un manso pregonado.
 
La Empresa Pagés presentó este cartel como una oportunidad para seis jóvenes toreros sevillanos (lo que no es cierto, porque Ruiz Muñoz es chiclanero aunque tenga parentesco con el Faraón de Camas), pero Ramón Valencia que ahora rige la Empresa dio una oportunidad también a los urquijos de Fermín Bohorquez que vio la corrida desde una barrera de sombra acompañado del gran Paco Ojeda. El ganadero pretende que sus ejemplares dejen de ser toros para rejones y que vuelvan a las ferias en corridas de a pie. Pero con ganado como el que trajo ayer a Sevilla lo tiene bastante crudo. No se trata de que sean toros grandes, sino de que tengan fuerzas y casta. Que no tienen.

La pena es que la Empresa quisiera hacer este favor al ganadero jerezano a costa de los seis jóvenes que ayer pisaron el albero del Baratillo. Podía haberlos acartelado con alguna de las figuras que pueblan los carteles: a ver qué hacían con semejante ganado. Claro que, de haberlo hecho así, Bohorquez habría tenido que destinar sus ejemplares a alguna corrida del arte del rejoneo, porque las figuras se habrían negado a torearlos.

Pues con semejante ganado los seis jóvenes pudieron hacer poca cosa, más allá de mostrar sus ganas. Todos llevaban el hatillo lleno de ilusión, lo que se demostró en que los seis brindaron su ejemplar a personas muy próximas que fueron a la plaza también cargados de esperanza por ver triunfar a sus allegados. Pero no pudo ser. Los dos mejores ejemplares fueron a parar a manos de Rafa Serna y de Ruiz Muñoz. El primero se vio desbordado por su adversario (dicen que fue Belmonte quien sentenció aquello de que ¡Dios te libre de que te toque un toro bravo!). Y Ruiz Muñoz estuvo demasiado preocupado por hacer un toreo que se pareciera al de su tío abuelo, a quien brindó su toro, lo que resultó en un toreo artificial y envarado, impropio de un joven que tiene maneras y condiciones. Ruiz Muñoz se mira en el espejo de su pariente, lo que no está mal, pero está demasiado obsesionado con ello: llevar unas ramitas de romero en flor bordados en la espalda de su chaquetilla es buena muestra de lo que digo. Curro Romero se puede convertir en un lastre para un joven que parece que tiene condiciones para ser un buen torero.

Entre las cuadrillas destacó el gran Fernando Sánchez que puso dos pares de mucho mérito al manso segundo de la tarde.
 
 

jueves, 13 de abril de 2023

NADA NUEVO BAJO LA GIRALDA

  
Volvió el Domingo de Resurrección a Sevilla y todo se volvió a repetir. El domingo de la marmota: seis toros de la prolífica estirpe de los juanpedros; tres matadores de relumbrón, figuras incontestables de la tauromaquia; "No hay billetes" en las taquillas; gente guapa paseando ante la Puerta del Príncipe preocupados por que los vean, los reconozcan y los fotografíen para salir en los medios... Todo igual. Y al final del sexto, todo igual. El domingo de la marmota.
 
Como no podía ser menos, los núñezdelcuvillo, si se exceptúa el quinto, formaron parte de un fiasco ganadero. Toros de Sevilla: bajos y con la cara justa y bien colocada. Toros bonitos. Pero aunque tenían peso adecuado, la mayoría parecían novilletes regordíos. Descastados (a excepción de nuevo del quinto). Nobles (esto es, casi tontos) como se acostumbra. Flojos. Tan flojos que más de uno debió ser devuelto a los corrales (a donde sólo volvió ya muerto el cuarto porque se partió una pata). Pero eso es algo que en la Maestranza no ocurre casi nunca.
 
Así que la corrida fue un peñazo. Si exceptuamos el quinto que tuvo la suerte de tocarle a El Juli que realizó una faena memorable, muy en su estilo. Dominio, pases largos, temple... Lástima del espadazo trasero (marca de la casa). De no ser así habría sido una faena redonda. Pero a pesar de todo el presidente le concedió las dos orejas que una parte del público solicitó. De donde se deduce que este presidente, Gabriel Fernández Rey, es un blando y que los tendidos de la Maestranza estaban llenos de público y de pocos aficionados. También en esto fue el domingo de la marmota.
 
Morante de la Puebla y Roca Rey no pudieron hacer nada con lo que les cayó en suerte. Pero la culpa la tienen ellos. ¿O no tienen veedores que les ven los toros para estas ocasiones tan especiales? ¿O no quieren estos toritos nobles y bonitos para asegurarse el éxito ante públicos poco exigentes? Pues que no se quejen.
 
Eso sí, Morante iba hecho un pincel. No se puede vestir con más torería. Va a pasar con Morante lo que pasaba con el gran Curro. Sólo verlo hacer el paseíllo ya justificaba la entrada. Pues a Morante sólo con ver cómo va vestido ya se justifica.
 
Los responsables del ruedo deberían cuidar que los areneros pinten bien las rayas: cada año las pintan peor.