sábado, 25 de septiembre de 2010

NOVILLOS DE HOJALATA



Eso es lo que hubo ayer en la Maestranza. Una novillada muy bien presentada, con su trapío, con sus puntas, con su peso (excepto el sobrero que salió en sexto lugar que tenía pinta y carnes de utrero)... pero de hojalata. Deberían cambiarle el nombre a la ganadería. Si a los ganaderos de esa S.L. que se anuncia "Toros de la Plata" no les gusta nombrarse Toros de Hojalata, también podrían ponerse Toros de Plomo y así quedarían en la reata de los metales. Porque la novillada fue plúmbea. ¡Qué aburrimiento! Lo dicho, novillos bien presentados, algunos bonitos, pero todos inválidos y descastados. El usía del palco sólo devolvió el sexto, que era escandalosamente cojo, pero ninguno de los que salieron al ruedo maestrante merecieron el honor de morir a estoque. Tan poca casta brava tenían que más merecían ser sacrificados por la mano anónima y certera de un matarife que por unos jóvenes vestidos de luces. Si la empresa quería premiar a los jóvenes triunfadores de la temporada novilleril, debía haber buscado un ganado que les permitiera mostrar lo que llevan dentro y no esa mansada de lisiados. En fin, que de qué nos vamos a quejar, si esto es lo que los empresarios suelen traer a la Maestranza y seguimos sacando nuestros abonos año tras año. Un ruego a los cuñados: si no lo hacen a propósito, por favor cambien a los veedores.
Otra cosa fueron los aspirantes. Por motivos profesionales no he podido ver todas las novilladas de la temporada, pero uno no se explica la selección de los actuantes. Porque si el no tan joven (Luis) Martín Núñez ha sido uno de los trinfadores de la temporada maestrante, cómo serían los demás. Este sevillano no quiere o no sabe. O las dos cosas. No se puede aspirar a ser figura del toreo y colocarse siempre fuera de sitio, al hilo de los pitones y dejando entre la muleta y el astado espacio suficiente para que pase el AVE. Y claro, como ni se coloca en donde se debe ni se está quieto ni manda en las suertes, pues el novillo se lo lleva por delante. Suerte tuvo, porque estuvo a punto de llevarse un disgusto y darle otro al ya muy trabajado equipo médico de la Maestranza. Si en vez de los descastados y lisiados novillos de hojalata que tuvo que pasaportar, hubieran sido encastados y con sus fuerzas, habría salido malparado. Dice José Luis, que sabe mucho de la Semana Santa, que el novillero es hijo de un reputado capataz de la madrugá sevillana: pues que vaya encaminando su carrera hacia las trabajaderas y el costal, porque me parece a  mi que en los toros tiene el futuro bastante negro.
El camero Esaú Fernández es torero valiente. No lo pude ver en su actuación del pasado domingo, pero mi impresión es que no ha avanzado demasiado desde que se presentó en el primer festejo del ciclo abrileño. Tiene voluntad, pero no mostró mucho más que valor y ganas (además de las nalgas después de un feo arreón que le dio su primer adversario). Como Curro (Romero, claro) lo vio torear desde un balconcillo de la sombra, pues debería preguntarle cómo hay que hacer para llegar a figura.
El debutante Alberto López Simón (¿no quedamos en que eran los triunfadores de la temporada maestrante?) me dejó una buena impresión. Aunque es verdad que habría que verlo delante de un novillo fuerte y encastado, porque con lo que tuvo no pudo más que mostrar que tiene ganas, torería y sentido del temple. Eso sí: alguien le ha dicho que las prisas son de toreros malos y que hay que meter los riñones, y sigue el consejo al pie de la letra. La parsimonia con la que se mueve por el ruedo y la postura forzada resultan a veces excesivas. Pero María José y yo creemos que hay que seguir a este joven madrileño. Por cierto, ¿quién le habrá dicho a los de la música que un arrimón voluntarioso es motivo suficiente para atacar el pasodoble? A esta banda, que actúa como si la Maestranza fuera una plaza de pueblo, sólo la salva la maestría de sus componentes: lo mejor de la tarde fue el solo de trompeta que nos obsequió en el entreacto entre el quinto y el sexto novillo que sirvió para que López Simón mostrara que (de salón) maneja primorosamente el capote.
Sólo una nota final a tenor del desarrollo del segundo tercio del primer novillo de la tarde. Desde que comencé a interesarme por la tauromaquia aprendí que uno de los elementos fundamentales del toreo son los terrenos. Hacer las cosas en los terrenos adecuados resulta fundamental para el buen desarrollo de la lidia y para la seguridad de los toreros. Y los terrenos considerados adecuados para la ejecución de cada suerte no son arbitrarios, sino consecuencia de la experiencia acumulada a lo largo de los doscientos años de toreo a pie. Pues bien, cada vez más los toreros de plata ejecutan la segunda suerte en donde les viene bien: quieren acabar cuanto antes (las prisas y la tauromaquia están reñidas) y se colocan frente al toro allí donde se encuentre. Resultado: que al salir de la suerte muchas veces lo hacen a favor de la querencia del animal, poniendo en grave riesgo su integridad. No pude ver las dos gravísimas cogidas de Luis Mariscal y de Jesús Márquez, pero por las imágenes que he podido encontrar en la red tengo la impresión de que ninguno de ellos había ejecutado la suerte en los terrenos adecuados: citando al toro a favor de la querencia para salir de la suerte a contraquerencia. Que se deba hacer así no es un capricho sino la consecuencia del conocimiento de cómo se mueven los astados en el ruedo. Si los toreros de plata quieren evitar gravísimos percances como los citados, deben hacer las cosas en los terrenos adecuados y sin prisas que nunca son buenas consejeras.

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