martes, 26 de abril de 2011

EL PROBLEMA ES LA LIDIA



La verdad es que ayer salí bastante desconcertado de la plaza. Desconcertado con los toros del Conde de la Maza y desconcertado con los toreros que se las vieron con ellos. Por eso esta mañana, antes de ponerme a escribir y por primera vez desde que escribo estas líneas, he leído algunas reseñas de la prensa y algunos blogs que tratan sobre la corrida de ayer en la Maestranza. Y sigo aún más desconcertado. De modo que voy a volcar aquí algunas ideas que a veces contradicen lo que otros piensan de toros y toreros, pero que reflejan del modo más fielmente posible mis impresiones.


En primer lugar pienso que se trató de una corrida difícil y con una presentación desigual. El primer toro, aunque con la edad necesaria, tenía escaso trapío: parecía un novillete, pero estaba encastado y tenía peligro. Algunos fueron muy blandos y otros mansearon. Tuvieron su trapío, eran badanudos, bien armados, con sus kilos... Aunque hay quien dice que todos fueron mansos y descastados yo no lo creo así. Para mí fueron mansos los dos del lote de Oliva Soto, que tras la primera vuelta de reconocimiento del ruedo buscaron rápidamente la puerta por la que habían entrado. Pero estaban encastados y tenían genio, como demostraron a lo largo de la lidia, y sólo el segundo de ellos se fue a morir a la querencia, aunque después se echara justo enfrente. Todos los toros tuvieron mucho peligro y desarrollaron a lo largo de la lidia una conducta que ponía en riesgo a cuanto coletero se movía por la arena, que por cierto estaba muy blanda y removida en los tercios correspondientes a los tendidos 3 y 5, lo que provocó la caída de más de un astado y puso en peligro a los hombres de a pie.


Yo creo que si las cosas fueron tan mal en la corrida no fue sólo por los toros sino tambien por los toreros. Que los toros tuvieron dificultades es cierto. Pero es que se trata de toros, no de carretones de entrenamiento, ni desde luego de bobalicones "toros artistas" de esos de "pasa p'acá, pasa p'allá", mientras el torero se preocupa de "darse importancia". La lidia de los del Conde fue un desastre. Todos salieron abantos, como corresponde a su encaste porque son parladés vía Núñez. Pero cuando se les llamaba acudían presto y al galope a los capotes; sólo el tercero y el quinto buscaron la salida en sus correrías por el ruedo. Pero las cuadrillas parecían haber visto salir de chiqueros fieras corrupias en lugar de toros. ¡Qué desorden! ¡Cuántas carreras! ¡Cuánto mantazo! Y así fue el primer y segundo tercio en todos los casos. Sólo ocasionalmente lograron hacerse con los toros, recogerlos. Ahí Vilches hizo lo mejor de su actuación con unas buenas verónicas en el primero y no tan buenas en el segundo de su lote.Y qué decir de la suerte de varas, que no existió. Los toros se pusieron en suerte donde a ellos mismos les dio la gana. A veces en el mismo tercio, al hilo de las tablas. Desde luego nunca dónde y como manda el reglamento. Los que fueron de largo lo hicieron al relance o por propia voluntad, porque hacían lo que querían por el ruedo sin que nadie pusiera orden en ese desbarajuste. Supongo que la Real Hacienda habrá tenido ayer buenos ingresos si la usía aplicó el reglamento, porque todos los responsables debieron salir multados de la plaza. Es curioso lo que pasa en esta Maestranza: si tras estoquear al toro los peones intentan hacer una rueda de capotes, inmediatamente aparece un emplumado dando golpes en las tablas con su fusta para indicar a los toreros que eso no se puede hacer, al tiempo que entre el público comienzan las protestas. Pero si se pone al toro detrás de la primera raya del tercio o el picador sale con su montura a donde le venga bien para picar al toro, ni alguacil, ni público ni nadie protesta. Y mientras, los matadores cuya obligación es poner al toro en suerte, haciendo el más perfecto de los tancredos: sin  inmutarse, vaya. Después el del castoreño ponía (es un decir) la vara donde caía: en la paletilla, en el rabo, en el lomo... donde cayera. Es que no puede ser.


Y en el segundo tercio más de lo mismo. Mantazos van y mantazos vienen, y el toro puesto en suerte (también es un decir) donde le parecía pararse. Porque aquello parecía una capea de pueblo. Y los matadores de nuevo haciendo el tancredo, como si no fuera con ellos. Y claro, como algunos toros habían blandeado en varas, sobre todo el tercero que a más de mansote resultó tullidito y la usía no quiso cambiarlo (otros se caían en el arenal que había entre los tendidos 3 y 5), pues capotazos para arriba, y el toro topando telas cada vez que le ponían una por delante. Vamos que nadie enseñó a los toros por dónde había que embestir ni les forzó a humillar. Como los toros salían engallados y los torearon para arriba, pues después pasó lo que pasó.
Y qué decir de los matadores. Sólo Oliva Soto parecía saber algo de qué había que hacer con aquellos toros maleducados. A los dos les comenzó la faena con saber y torería. Los doblones de inicio del segundo toro fueron una delicia. Como alguna de las tandas por la izquierda, y algunos remates... Demasiado para unos toros maleducados y que tiraban gañafones por donde querían. Pero los otros dos ni supieron qué hacer. Lo siento por sus paisanos, pero Vilches me pareció un torero sin recursos. Con su primero, que no fue tan malo, no sabía por dónde empezar. Probatura por aquí y enganchón; probatura por allí, y enganchón. Y así hasta el hastío. Después me dijo Paco que en programa de mano decía que el pasado año había toreado tres corridas de toros. Eso explica algunas cosas. Y Fandiño, pues pasó por allí y nada más. En fin, que quedó la torería de Oliva (y su analfabetismo estoqueador) y nada más.

En resumen, que el festejo fue un verdadero desastre. Pero yo creo no fue tanto por los defectos del ganado moronense, que los tuvo porque son toros y no carretones. Yo había aprendido que el secreto de la tauromaquia es una buena lidia y ayer no hubo lidia en la Maestranza. Ni por parte de los coleteros de plata ni por parte de los estoqueadores. Si ellos quieren torear carretones, digo toros artistas de esos que van de acá p'allá y de allá p'acá, pues que hagan méritos o se busquen un buen apoderado o algo de lo que hay que hacer para que te coloquen en los carteles de lujo de (mala) sangre Domecq. Si no pueden y quieren seguir en esto, pues que aprendan a lidiar y a ordenar las lidias. Mientras que los toros, más o menos encastados, hagan lo que les de la gana en el ruedo, los piquen donde caigan las puyas y aprendan a tirar gañafones contra las telas que les levantan para que no se caigan, tendrán que aguantar con lo que les pase. Como lo que ayer pasó en la Maestranza.







1 comentario:

  1. Buena crónica, coincido bastante con su opinión aunque yo lo vi por la tele. Los toreros no supieron enseñar para bien a los animales ni someterlos en ningún momento, las lidias fueron malas y así no puede ser. Cuántas tandas le pegó Vilches al primero? Quizá llegó a la decena. Aun así la corrida fue muy baja de casta y nada sobrada de fuerzas, a mi me decepciono bastante.

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