viernes, 28 de abril de 2023

YA NO ES SÓLO EL SOL

En las crónicas antiguas (pero de no hace tanto tiempo) y en los comentarios entre los aficionados al salir de la plaza, se decía que algunos matadores se arrimaban a los tendidos del sol para lograr que sus faenas fueran premiadas con algún trofeo que mejorara sus estadísticas y su caché de cara a futuras negociaciones. Todavía hoy algunos críticos se fijan en lo que sucede en los tendidos 1, 2 y 3 al final de las faenas para saber si este sector, supuestamente formado por aficionados cabales, saca sus pañuelos blancos para pedir trofeos al matador. Si no los hay en abundancia piensan que el matador no es digno de trofeo.

Pues bien. En los últimos tiempos y este año de manera particular, el número de pañuelos en esos tendidos de la sombra no es señal de que realmente la faena sea merecedora de triunfos. Es lo que viene pasando esta feria en la Maestranza. El público bullicioso y bullanguero no está sólo en el sol: la sombra le disputa la primacía. Un público que, con escaso criterio, quiere salir de la plaza contando que han asistido al clamoroso triunfo de tal o cual torero. Y como los presidentes se fían, y mucho, de lo que pasa en estos tendidos que tiene más próximos, pues en general acaban sacando pañuelos a gogó y repartiendo orejas a discreción.

Eso es lo que pasó ayer en la Maestranza. Tres orejas, que realmente debieron ser dos (una y una) abrieron la Puerta del Príncipe a Tomás Rufo por segunda vez en su corta carrera y en dos años consecutivos. Gabriel Fernández Rey contribuyo con su dadivosidad a rebajar la importancia que en Sevilla ha tenido abrir la Puerta del Príncipe. Que se lo pregunten si no a los toreros más antiguos. Más de uno hubo que, con grandes faenas, no lograron abrirla ni una sola vez. El mismo Morante de la Puebla, que el miércoles la abrió con todo merecimiento, puede dar testimonio de lo que digo.

Tomás Rufo hizo dos buenas faenas a los dos mejores toros del encierro de Jandilla. La mejor al bravo tercer toro. Pero era faena de una sola oreja: toreó bien a un buen toro, pero mató regular y dos orejas es el trofeo a una faena redonda. Y esta no lo fue. Con la oreja del sexto se le abrió la Puerta del Príncipe. La segunda flojita de lo que va de feria. Tan flojita como la de Roca Rey. Y no digo que Tomás Rufo no hiciera méritos para el triunfo: es un torero con clase y temple. A pesar de su bisoñez tiene cualidades sobradas para codearse y hablar de tu a las figuras que ahora lideran el escalafón.

Manzanares y Pablo Aguado completaban una terna muy del gusto de Sevilla. Pero Manzanares no está en su mejor momento. No le vendría mal un descanso. Su primer toro era blando como todo el encierro de los jandillas, pero el alicantino no supo encontrar el sitio adecuado para hacerle la faena que el ejemplar pedía y merecía. El cuarto, aunque noble, fue menos bravo, y en éste no sólo no supo encontrar el camino de la faena, sino que tampoco mató bien, lo que sí hizo en el primero.

Aguado se topó con los dos peores ejemplares de un encierro blando, muy blando. Todos tenían bondad de sobra (lo que se llama en el argot nobleza) pero eran descastados, mansurrones. Con eso no pudo hacer nada. Qué le vamos a hacer.

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