sábado, 29 de abril de 2023

UNA MANSADA Y UN TORERO

La mansada la envió a la Maestranza Victoriano del Río. Seis mansos pregonados. Eso sí, bien presentados, con su trapío y tres de ellos de capa muy vistosa. Pero mansos como mulos con cuernos.

El torero, Andrés Roca Rey. Se empeñó en hacer faena a los dos mansos que le tocaron en suerte, y las hizo. A base de tesón, conocimiento, técnica y, sobre todo, valor. Un valor seco pero infinito. Al sexto, por el que nadie daba un euro, acabó sometiéndolo y subiéndose encima de él en un final de faena homenaje al mago Paco Ojeda. Un arrimón que hizo ponerse en pie a los espectadores de todos los tendidos. Dos orejas ganadas a ley. Y si el presidente no anda un poco listo, vuelven a sacarlo a hombros al Paseo de Colón. Porque en la Maestranza se está confundiendo una buena faena o, como en este caso, una faena heroica, con una faena excelente que abre la puerta de los cielos taurinos que es la Puerta del Príncipe. Roca se ha convertido, con todos los méritos, en el mandón del toreo. 

Juan Ortega no ha tenido suerte. Tampoco en esta ocasión. No es éste un torero del estilo de Roca Rey. Se empeña en hacer las cosas bien, pero no es torero de arrimones que entusiasmen a los públicos. Desde mi punto de vista tendría que haber estoqueado a sus dos adversarios mucho antes de lo que lo hizo. Desde que salieron al ruedo se supo que no tenían nada dentro. Como los demás del encierro, marcaron su mansedumbre y falta de casta desde el principio, saliendo de najas de los caballos y buscando refugio en la puerta de los chiqueros en cuanto vieron que los molestaban los capoteros. Ortega se puso porfión para demostrar que no le faltaba voluntad para intentar hacer faena a quien no la tenía. Los aficionados lo sabían desde el primer tercio. Y el público que no lo vio, pues qué le vamos a hacer: que vaya aprendiendo a ver toros.

Lo de Sebastián Castella tuvo mucho mérito. Volvió en  perfecta forma y con muchas ganas. Pero con los dos mulos que le salieron no se puede hacer nada. Esperemos que cuando vuelva por San Miguel tenga mejor suerte. Lo esperaremos.

Y esperamos también que lo de Victoriano del Río sea sólo un episodio pasajero y vuelva al toro encastado y bravo que tantas tardes de gloria han proporcionado. Este año no hay juanpedros, afortunadamente. Pero lo de Núñez del Cuvillo y esto de Victoriano del Río apunta malos augurios.


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