lunes, 17 de abril de 2023

UNA OPORTUNIDAD DESPERDICIADA

 
La conocida como corrida de la oportunidad que se celebró ayer en la Maestranza fue una ocasión desperdiciada, pero no por los seis jóvenes matadores que hicieron lo que pudieron con lo que les tocó en suerte. Fue una oportunidad desperdiciada por la ganadería de Fermín Bohorquez que llevó a la plaza seis cinqueños tan grandes como flojos y descastados. Sólo el que se corrió en tercer lugar presentó síntomas de bravura, que no de fuerzas que también le faltaron. El segundo fue un manso pregonado.
 
La Empresa Pagés presentó este cartel como una oportunidad para seis jóvenes toreros sevillanos (lo que no es cierto, porque Ruiz Muñoz es chiclanero aunque tenga parentesco con el Faraón de Camas), pero Ramón Valencia que ahora rige la Empresa dio una oportunidad también a los urquijos de Fermín Bohorquez que vio la corrida desde una barrera de sombra acompañado del gran Paco Ojeda. El ganadero pretende que sus ejemplares dejen de ser toros para rejones y que vuelvan a las ferias en corridas de a pie. Pero con ganado como el que trajo ayer a Sevilla lo tiene bastante crudo. No se trata de que sean toros grandes, sino de que tengan fuerzas y casta. Que no tienen.

La pena es que la Empresa quisiera hacer este favor al ganadero jerezano a costa de los seis jóvenes que ayer pisaron el albero del Baratillo. Podía haberlos acartelado con alguna de las figuras que pueblan los carteles: a ver qué hacían con semejante ganado. Claro que, de haberlo hecho así, Bohorquez habría tenido que destinar sus ejemplares a alguna corrida del arte del rejoneo, porque las figuras se habrían negado a torearlos.

Pues con semejante ganado los seis jóvenes pudieron hacer poca cosa, más allá de mostrar sus ganas. Todos llevaban el hatillo lleno de ilusión, lo que se demostró en que los seis brindaron su ejemplar a personas muy próximas que fueron a la plaza también cargados de esperanza por ver triunfar a sus allegados. Pero no pudo ser. Los dos mejores ejemplares fueron a parar a manos de Rafa Serna y de Ruiz Muñoz. El primero se vio desbordado por su adversario (dicen que fue Belmonte quien sentenció aquello de que ¡Dios te libre de que te toque un toro bravo!). Y Ruiz Muñoz estuvo demasiado preocupado por hacer un toreo que se pareciera al de su tío abuelo, a quien brindó su toro, lo que resultó en un toreo artificial y envarado, impropio de un joven que tiene maneras y condiciones. Ruiz Muñoz se mira en el espejo de su pariente, lo que no está mal, pero está demasiado obsesionado con ello: llevar unas ramitas de romero en flor bordados en la espalda de su chaquetilla es buena muestra de lo que digo. Curro Romero se puede convertir en un lastre para un joven que parece que tiene condiciones para ser un buen torero.

Entre las cuadrillas destacó el gran Fernando Sánchez que puso dos pares de mucho mérito al manso segundo de la tarde.
 
 

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