lunes, 23 de abril de 2012

ESTA VEZ FUERON CINCO


Cinco fueron los toros de esta doble ganadería (Torrehandilla-Torreherberos) devueltos por los responsables de autorizar el ganado en la Maestranza. Tengo que usar la misma expresión de ayer: cómo serían si lo que salió fue lo que salió. Sólo el que saltó en último lugar, cinqueño como otros dos de sus hermanos, tenía aspecto y maneras de toro bravo. Debió venir a Sevilla por equivocación o porque el ganadero de los jandillas de Jaén no tenía con qué sustituir los devueltos (los dos sobreros eran de Montealto). Los otros cinco, sin presencia ninguna y con aspecto de novillos viejos, eran inválidos, descastados, mansos y varios, por la forma en que se destrozaban los pitones nada más rozar con ellos las tablas o el suelo,  sospechosos de haber pasado por la barbería. Claro que seguramente el presidente no habrá dado orden de que se analicen las astas. Bastante desaguisado le ha hecho al pobre ganadero devolviéndole cinco que ahora no tendrá dónde colocar. ¿A qué plaza lleva cinco "toros de Sevilla"?
Bueno, que no se preocupe demasiado: siempre habrá  algún pueblo en fiestas con plaza portátil en la que los pueda torear Rivera Ordóñez. ¿Qué hace este torero anunciado en un cartel que no sea el de la tradicional corrida del corazón del sábado de farolillos? No tiene sitio, ni ganas ni nada de nada. Con actuaciones como esta se explica uno que Paco Camino y José Tomás devolvieran sus medallas de oro de las Bellas Artes cuando alguien tuvo la ocurrencia de dársela a semejante pegapases. Yo creo que ya no le gusta ni a la Duquesa de Alba que no se pierde una de las actuaciones del padre de su nieta desde el palquillo maestrante. Si su abuelo, al que quería imitar recibiendo a su segundo con unos lances con la rodilla flexionada, pudiera verlo, le obligaba a abandonar la profesión. Y si yo fuera su padre le prohibía anunciarse como Paquirri (¡a estas alturas de su carrera!): ese nombre nos recuerda pundonor y fuerza, además de excelentes pares de banderillas que Rivera no coloca ni por equivocación. No se puede uno llamar Rivera Ordóñez y andar de semejante manera por las plazas de toros.
En fin que, menos algunos lances con la derecha (acelerados como si tuviera prisa por marcharse) que El Cid dio a su segundo, la corrida de ayer fue una más del ya largo número de fiascos que se están produciendo este año en el ciclo. El poderoso torero que fue El Cid ya está desaparecido. Y lo malo es que nos quedan dos tardes más con el de Salteras, además de la actuación de San Miguel. Ni sus actuaciones del año pasado justifican sus cuatro tardes, ni lo que hizo ayer muestra que ha vuelto al buen camino, Parece un torero acabado.
Para decir la verdad, el único que ayer se ganó el sueldo fue El Fandi. Diremos lo que diremos los aficionados, pero Fandila hace lo que sabe y lo que sus públicos esperan de él. Y lo hace lo mejor que puede. Se llevó el mejor de la tarde (el que vino por equivocación, claro) y le hizo lo que sabe con pundonor. Es cierto que no da más de sí, pero tiene decisión y no engaña a nadie. Aunque eso no justifique que todavía tengamos que verlo otra vez el sábado. En fin...

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