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MAS DE LO MISMO Y DOS SORPRESAS
Que no hay manera de salir de la hondura del pozo en que se ha instalado este ciclo de abril en la plaza de toros de la Real Maestranza. Los toros de El Ventorrillo que se corrieron ayer (es un decir) se portaron como lo que son: puros juanpedros. Bien presentados, astifinos, pero blandos, mansurrones y descastados hasta la desesperación. El buen aficionado que es Fernando Naranjo decía del que fue creador de este toro adecuado al gusto de los toreros de postín y al toreo moderno que era un alquimista. Y ahí está el resultado de la ancestral práctica. Un toro que sólo lo es por su aspecto, pero que dentro no tiene nada de nada. Y ya parece que ni las figuras los quieren, porque los tres que ayer se enfrentaron a los juanpedros de Toledo eran tres toreros habituados a las corridas duras y correosas y no a los toros artistas. Nada de nada pudieron hacer con lo que salió por la puerta de toriles, aunque hay que decir que, con mayor o menos acierto, con mejores o peores resultados, estuvieron firmes ante los que les tocaron en suerte. Bueno, hay que reconocer que Diego Urdiales, aunque siempre se colocó bien para tratar de sacar algo de sus oponentes, anduvo espeso, sin decisión, falto de sitio. Algo extraño en este riojano acostumbrado a lidiar siempre con lo más duro de la ganadería brava. Fandiño y el debutante Jiménez Fortes se empeñaron en torear pero no hubo manera de sacar nada de donde no había. Nos aburrimos de nuevo.
Lo único interesante de esta corrida fue que se produjeron dos acontecimientos que sorprendieron a públicos y aficionados. El primero que pudimos constatar que detrás del balconcillo de la presidencia de la plaza hay un pañuelo verde y que en los corrales hay una parada de cabestros. Cuando ya estábamos convencidos de que tales cosas no existían en la Maestranza, el presidente sacó ayer el pañuelo verde en dos ocasiones. Inaudito. El segundo, que la suerte de varas es una parte de la lidia en la que también se torea. Lo demostró ayer Plácido Sandoval "Tito" que iba con la cuadrilla de Jiménez Fortes. Se colocó en el sitio debido, movió el caballo, citó al toro, en definitiva hizo la suerte de varas. Sólo en el segundo de los envites colocó adecuadamente la vara aunque el toro saliera después de najas porque era mansurrón y descastado, pero pudimos presenciar cómo la suerte de picar es también una parte del toreo. Inaudito.
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